¡Enhorabuena Jóvenes! El Mayo

MontejoMayo19

Rafael de Frutos Brun – Montejo de la Sierra.
Mayo de 2019

Hace exactamente un año, este amigo de ustedes escribía en estas mismas páginas un escrito que titulaba «Me da mucha pena». En él les decía que en el año en curso no se había cumplido con la costumbre y tradición de levantar el mayo. A un servidor le dolió pasar por la plaza en repetidas ocasiones y no ver, a lo largo de todo el mes de mayo, el majestuoso pino que la presidía otros años. Pero este año no será así. Este año el mayo vuelve a ocupar su lugar privilegiado en la plaza, junto al Ayuntamiento. Y un hermoso pino de más de dieciocho metros de altura volverá a presidir los acontecimientos que se realicen en Montejo durante el mes de las flores. ¡Gracias jóvenes!
Antaño, debajo de el mayo, ese primer día del mes, se sorteaban las mozas y mozos, quedando emparejados para todo el año y comprometiéndose a unas obligaciones, como eran la de enramar los mozos los balcones y ventanas de las mozas que les habían tocado en suerte, con retama de piorno florecida, mientras que ella le obsequiaba a él con un sabroso plato de rosquillas. También ella le tenía que guardar el primer baile cuando los guitarreros empezaban a tocar las jotas esa tarde o el día del cordero (el domingo de Pentecostés). Acciones que se repetían el día de la Ascensión y el día del Corpus.
Una fiesta entrañable que habíamos heredado de nuestros abuelos en la que participaba todo el pueblo y era regada con vino y galletas de vainilla.
Montejo de siempre ha sido fiel a sus tradiciones y a la herencia que le dejaron sus mayores. Desafortunadamente en los tiempos que corren hemos visto que algunas de esas fiestas, costumbres o tradiciones se han metido en el arca del olvido y se ha dejado caer la tapa provocando que se estén perdiendo algunas de ellas. Así podemos decir que apenas se celebra la vaquilla, que ha decaído mucho el hornazo, que no se corre la bandera, que no se celebra el entierro de la sardina, y como no hay «mili» ya no se talla a los quintos ni se les despide junto al coche de línea. Y se bailan jotas en contadas ocasiones en la plaza.
Es verdad que nos queda la romería, el Judas, las obras de teatro (que afortunadamente se siguen representando) y la comida de los mayores. También las fiestas patronales, que nos sirven de espacio de convivencia y nos acercan más a los vecinos, y con ello hacemos el pueblo más grande y feliz.
Me pregunto al escribir estas líneas por qué hemos echado en esa arca del olvido todas aquellas costumbres y tradiciones propias que daban vida al pueblo. Por qué nos hemos olvidado de las cosas sencillas, pero importantes, esas cosas genuinas y puras. Nuestro mundo tan tecnificado se ha deshumanizado a pasos agigantados.
Estoy seguro de que este pino, plantado en la sierra de Montejo hace ya unos setenta años y que durante un mes va a ser testigo de la vida diaria de Montejo, será símbolo de admiración y motivo de muchas preguntas y comentarios por la gente que desconoce nuestras tradiciones y alegría para los que las conocemos.
¡Enhorabuena jóvenes!

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