DE LIBROS

Rosa Ortega
Este es un artículo sincero, queridos lectores. Os advierto desde el principio que no me he planteado con él ningún otro fin que no sea doméstico o privado. Todo en él es honestidad y plagio, desde las primeras líneas. Han sido mis queridos escritores los que me han hecho este regalo.
En el mes más animado de la primavera, vamos a hacer un homenaje a la lectura y, para empezar, se me ha ocurrido hablar de lecturas llamadas imprescindibles, incluso para aquellos que jamás las leyeron.
«Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en monstruoso insecto.»; «Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.»; «Yo señor, soy de Segovia. Mi padre se llamó Pablo, natural del mismo pueblo; Dios le tenga en el cielo. Fue, tal como todos dicen, de oficio barbero.»; «Mi nombre es Ismael. Hace ya varios años al hallarme con el bolsillo vacío y sin nada en tierra que me interesará, decidí hacerme a la mar.»; «Canta, diosa, la cólera aciaga de Aquiles Pelida, que a los hombres de Acaya causó innumerables desgracias y dio al Hades las almas de muchos intrépidos héroes.» «La heroica ciudad dormía la siesta. El viento sur, caliente y perezoso, empujaba las nubes blanquecinas que se rasgaban al correr hacia el norte.»
«Muy lejos de aquí, allá donde vuelan las golondrinas cuando nosotros tenemos invierno, vivía un rey que tenía once hijos y una hija, Elisa.»; «No he querido saber pero he sabido que una de las niñas, cuando ya no era niña y no hacía mucho que había regresado de su viaje de bodas , entró en el cuarto de baño, se puso frente al espejo, se abrió la blusa, se quitó el sostén y se buscó el corazón con la punta de la pistola de su propio padre.»
«En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero…»; «Estábamos en clase cuando entró el director seguido de un novato con traje dominguero, y de un mozo cargado con un pupitre. Los que estaban dormidos se despertaron y se fueron levantando como si les hubieran sorprendido en su trabajo.»; «Todas las familias felices se parecen, pero las infelices lo son cada una a su manera.»; «Vanka Zhúkov, un muchacho de nueve años que tres meses antes había entrado como aprendiz en el taller del zapatero Aliajín, no se fue a la cama en Nochebuena.»
Seguro que habéis reconocido las palabras de Andersen, Franz Kafka en La metamorfosis, León Tolstói y su maravillosa Ana Karenina, Gabriel García Márquez y Cien años de soledad, Homero la Ilíada, H. Melville con Moby Dick, Javier Marías en Corazón tan blanco, Francisco de Quevedo y La vida del Buscón, Gustave Flaubert y su muy amada Madame Bovary, Leopoldo Alas «Clarín» en La Regenta, Cervantes y su caballero universal, Don Quijote de la Mancha y Antón Chéjov en Vanka. Con estas llaves y un carnet de la biblioteca es posible disfrutar de estas historias.
Cuando los niños son pequeños tenemos la responsabilidad y el derecho de animarles a leer, estimulando su imaginación y enseñándoles el camino de ida y vuelta, de casa a la biblioteca. Cuando son los adultos los que ignoran el placer que da la lectura, tenemos la obligación de regalarles buenos libros para que vean lo que se pierden.
Estas son algunas de nuestras lecturas, mediante las cuales no pretendo dar a conocer nada, simplemente a mí misma. FELIZ DÍA DEL LIBRO.

En Palabras del poeta Blas de Otero:
CON NOSOTROS
En este café
se sentaba don Antonio
Machado.
Silencioso
y misterioso, se incorporó
al pueblo,
blandió la pluma,
sacudió
la ceniza
y se fue…

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