HE TENIDO UN SUEÑO . . .

 

 

 

Adolfo Hernán González – Alcalde de la Acebeda
El País en el que habitaba estaba gestionado por sus ciudadanos a través de las mayorías en las votaciones del pueblo para aprobar todo tipo de propuestas sociales, tales como leyes que afectaban a todos en el ámbito nacional o Infraestructuras de obras públicas.
La norma fundamental que habían asumido era «El pueblo respetara las mayorías que decida el Pueblo». Se servían de las redes sociales para votar a convocatorias puntuales, para propuestas concretas, en fechas acordadas.
El sistema consistía como sigue: El Pueblo elegía a sus gestores principales, para dirigir la Nación o la provincia o el Municipio. Estos gestores principales tenían la más alta formación académica e integral como personas, previamente habían presentado su historial formativo en los medios de comunicación. Los gestores elegidos por los ciudadanos gozaban del máximo respeto y consideración por el Pueblo y su remuneración económica era lo suficientemente generosa para invitar a los mejores a presentarse al reto de dirigir el País.
Los gestores principales elegidos, convocaban las plazas para formar los equipos de trabajo en las correspondientes áreas de la Sociedad. Los elegidos eran los mejores en cada área y siempre profesionales de la misma. Se prohibían expresamente los lazos familiares entre los gestores principales y los demás, la elección se hacía por rigurosa prueba de actitud. Las diferentes áreas sociales eran atendidas por profesionales de cada área, por ejemplo: el área de sanidad lo atendía el mejor profesional en medicina, el área de educación, el mejor catedrático en la materia, el área de defensa el mas capacitado general del ejército y así sucesivamente en todos los cometidos que afectaban al ciudadano.
En el País de mis sueños, no había Partidos Políticos, ni Comunidades Autónomas, ni Diputados, ni Senadores, ni Sindicatos, ni Casas Reales. De esta manera se obtenía el máximo rendimiento y racionalización de los impuestos de los ciudadanos para los ciudadanos. No se alimentaban puestos pasivos, todo el mundo trabajaba en el interés del País y no en el propio. No existía la condición de «aforado» inventada por los que al llegar al poder desean blindarse y ser inmunes ante la sociedad y los Tribunales de Justicia, todos los ciudadanos eran iguales ante la Ley, pero de verdad. El sistema no permitía la corrupción porque al menor brote de acto delictivo, el autor era apartado de su cargo de por vida.

El poder judicial residía en un único «Tribunal General», con todas las ramificaciones sectoriales de la justicia. El Gestor principal de la justicia era un jurista del máximo prestigio elegido por el pueblo entre los mejores.
Los gestores elaboraban las leyes y los proyectos a cualquier nivel, nacional, provincial o local. El Pueblo los valoraba y presentaba alegaciones que mejoraban las leyes y proyectos. Finalmente se sometían al voto de los ciudadanos. Al ejecutarlos las empresas adjudicatarias, se respetaba el presupuesto inicial aprobado por el Pueblo. Lo mismo ocurría con las leyes y Normas Sociales, pasaban por el mismo recorrido del filtro de los ciudadanos. El país funcionaba como una formidable empresa en la que todas las personas son parte de los intereses de la misma y empujan en la misma dirección, la buena. En definitiva, el poder residía en el Pueblo que era quien gobernaba a través de los gestores nombrados por el Pueblo. Como ocurre en todos los órdenes de la vida, el mayor aval y protección del puesto de trabajo del equipo gestor era, su valía y honestidad profesional.
No había ciudadanos marginados, el sistema permitía atender a todos los que por distintas causas se sentían inferiores, elevarlos a la categoría de ciudadanos autosuficientes como los demás.
Hera una Sociedad feliz, equilibrada, preocupada por el trabajo útil y la formación integral de individuo, no existían ciudadanos sin un puesto de trabajo. El respeto absoluto a todas las ideologías e iniciativas no llevadas a extremismos. Una sociedad puntera en civismo y convivencia con un alto grado de cultura, respetada en el orden internacional por su formación en valores.
Cuando desperté, comencé a analizar el sueño tan grato que había tenido, lo primero que me vino a la mente fue que aplicar ese sistema en España sería una utopía. Me di cuenta enseguida que la grandeza del sistema de mi sueño, era el no existir los grandes «Lobbys» de poder como son los Partidos Políticos, aliados siempre con el poder económico y la oligarquía. Cuando llegan al poder y durante cuatro años, lo «engüarrinan» todo sin consultar al pueblo. Más tarde pensé, ¿Por qué no intentarlo? Por el bien general de un País que lleva siglos enfrentando a sus ciudadanos hasta el día de hoy, sin encontrar una senda común para todos.

 

 

 

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