CARTILLA ESCOLAR ANTIFASCISTA

ANTONIO SÁNCHEZ-MARÍN ENCISO

La República consciente de su debilidad inicial necesitaba, para su consolidación, de la educación y de la cultura, necesarias para conseguir sacar a la sociedad española de la ignorancia y del oscurantismo reinante hasta entonces, base imprescindible para la renovación de la sociedad española, para salir de la pavorosa crisis que existía entonces.
Era la enseñanza una cuestión importantísima para la República, para todos los políticos republicanos, como la única vía para la regeneración de la sociedad española, para su progreso.. «La República se salvará por fin por la escuela. Tenemos ante nosotros una obra espléndida, magnífica. Manos, pues, a la obra. ¡Arriba el magisterio republicano!, decía Lorenzo Luzuriaga lleno de entusiasmo en «Al servicio de la República: llamada al magisterio«, publicado en Crisol.
Era mucha la incultura y era mucho el absentismo escolar que originó enorme analfabetismo, por supuesto superior en la mujer que en el hombre; y consciente de ello la República trató de culturizar a la población con las extraordinarias Misiones Pedagógicas, y su afán alfabetizador no acabó ni siquiera con la iniciación de la Guerra española que impusieron los sediciosos militares alentados por un Iglesia siempre ávida de poder, creando un sistema de alfabetización en el Frente de guerra, con la inestimable colaboración de los Maestros, con la publicación de lo que llamaron muy acertadamente la Cartilla Escolar Antifascista (esta palabra antifascista no es de izquierda ni de derechas, es esencial en la democracia, todo individuo que se precie de ser democrático debe ineludiblemente ser auténticamente antifascista, el fascismo es la esclavitud y la barbarie, dice una de las frases de la Cartilla), buscando la colaboración en aquellos soldados alfabetizados para enseñar a leer a los analfabetos del Frente de lucha.
Fue un «método lógico y rápido para aprender, al mismo tiempo, a leer y escribir.
Hemos desarrollado el viejo y desacreditado procedimiento que comenzaba por el alfabeto, ya que las letras sueltas por sí solas nada dicen.
El método de esta Cartilla es tan sencillo, que cualquiera, con sólo saber leer, puede ponerlo en práctica y enseñar a otros. Cada ejercicio comienza con una frase, que luego se analiza y descompone en sílabas y letras. Estos elementos se utilizan después para formar nuevas palabras y frases. El instructor puede añadir a los ejemplos que ponemos todos los demás que se les ocurran.
Hemos procurado que todas las frases consignadas tengan un contenido a tono con la lucha heroica que está sosteniendo el pueblo español contra los traidores a España, aliados a los invasores extranjeros.
La lucha por la cultura del pueblo español, que la reacción mantenía en la ignorancia y el analfabetismo, va unida inseparablemente a la lucha ideológica y política contra el fascismo. El pueblo española está derrotando al fascismo con las armas en la mano. Los maestros y todos los trabajadores de la cultura deben hacer honor a este ejemplo, derrotando también el fascismo con los libros y la pluma.
Para terminar el escrito y valorar en su justa medida esta gigantesca acción cultural, y concretamente este aspecto alfabetizador republicano, traemos a colación las palabras de Antonio Muñoz Molina en la edición moderna de esta Cartilla, en su escrito, como prólogo, «La emoción de las cosas:
«Sólo recuerdo la emoción de las cosas·, dice Antonio Machado, » y se me olvida todos los demás «La emoción de las cosas mejores, lo que más le importa a uno, las que le conmueven más profundamente, la encuentro yo infaliblemente con solo entreabrir el volumen de las poesías completas de Antonio Machado que nunca están muy lejos de mí: algo semejante me ha ocurrido al abrir por primera vez esta cartilla, al tenerla en las manos sintiendo que tenía en ellas justo estas palabras, esa emoción de Machado, la emoción pura de las cosas, de las grandes letras agrupadas en sílabas sencillas para que alguien pueda empezar a leerlas, del papel recio y barato y los colores simples, el rojo, el amarillo y el morado de una bandera que no tiene que ver con todas esas banderas tribales o sanguinarias que se agitan ahora, porque es una bandera perdida y olvidada, una bandera en el polvo, un símbolo delicado e inútil en el que se contiene intacta la emoción de unas cuantas cosas que también le importaron mucho a Antonio Machado.
Tener esta Cartilla escolar Antifascista, recorrer sus páginas, es acordarse casi imposiblemente de las cartillas en las que nos enseñaron a leer, a revivir, con la imaginación y la ternura, la voz de nuestra madre o de nuestra abuela que repetían despacio sílabas y palabras que para ellas también eran difíciles.» (…)

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