Rumbo a África, rumbo a uno mismo

“Todo, porque lo es todo, lo que se puede vivir en África y lo que se puede vivir con noventa y nueve amigos que han luchado por estar aquí, en este viaje tan increíble y cuya ilusión, ganas de trabajar y, sobre todo, de aprender, han dejado aquí plasmadas, junto a mi.

Ahora volvemos a España, a la rutina, a la civilización, al primer mundo. No volveremos a sentir nada como lo que hemos sentido, nada será igual, pero eso no importa mientras en este viaje lo hayamos dado todo y también hayamos aprendido todo”.

Escrito en un trozo de revista de avión, este texto, que redacté mientras el sonido de una turbina con sabor a regreso me ronroneaba en los oídos, resume un poco este gran viaje a un continente tan enigmático y mágico como lo es el continente africano.

De esta gran oportunidad me enteré gracias a una profesora que me aconsejó que fuera. “Madrid Rumbo al Sur”, un viaje cuyo objetivo es motivar a los jóvenes de la Comunidad de Madrid para participar en la cooperación de una manera atractiva, todo ello subvencionado por dinero público en parte y de patrocinadores en la otra.

Cuando en el fragmento inicial cito que mis compañeros y yo tuvimos que “luchar” por participar en este proyecto, me refiero a que esto no son unas divertidas vacaciones pagadas por la Comunidad de Madrid en las que vas a conocer otro país y que encima te dan unas botas y una mochila gratis. No, es duro, y hay que ganárselo, dar la talla; y no sólo en la redacción o trabajo que hay que presentar , en la cual has de dar tu opinión y demostrar tu interés en un tema relacionado con la cooperación, sino también durante las pruebas de selección, unas pruebas físicas en las que los organizadores seleccionan a la mitad de lo doscientos preseleccionados para ir a el viaje.

Pero una persona distinta a la que habría escrito este articulo si no hubiera podido ir a África, anima a todo el mundo a intentar la participación en este proyecto tan increíble y recalca que, aunque es duro y difícil, también es muy gratificante; tanto que todos aquellos que fuimos, al pisar Madrid teníamos la sensación de haber aprendido a ser distintos y de haber recibido muchísimo más de lo que habíamos dado. Nos trajimos más de lo que dejamos allí. Por al gran incomunicación directa que teníamos con nuestros padres el equipo de Madrid Rumbo al Sur realizaba unas estupendas fotos, un programa de radio que se realizaba durante todo el viaje, unos videos increíbles que se editaban y subían todos los días a la pagina web y todos los expedicionarios teníamos derecho a escribir una crónica para relatar nuestras vivencias desde u punto de vista personal y que eran colgadas también en la pagina junto con una crónica oficial que escribía un periodista del equipo para que nuestros padres estuvieran tranquilos.

Esta es una crónica que redacté estando allí, en Senegal, viviendo África en mis venas:

“Siempre que se lee un post en algún blog nos llena y nos emociona más si va acompañado de alguna música. Si tuviera que elegir la banda sonora de este viaje, elegiría sin duda las melodías que estoy escuchando en estos momentos. Nos encontramos en un islita mas, bien lengua, de Barbarie, cerca de San Luis en la que hay un campamento bastante tropical y paradisíaco (a pesar de la tromba de agua que nos caló anoche) en el que un concierto de un grupo senegalés deleita nuestra estancia aquí.   Hacinados como sardinas, con miedo, hambre, sed e incertidumbre. Así es como viajan aquellos pobres valientes que deben huir en patera de este país, espantados por las miserias propias y atraídos por los supuestos lujos ajenos. Sin todas estas incomodidades pero en sus mismos vehículos, nos hemos trasladado hoy, después de una carrera matutina por la playa,  desde nuestro refugio hasta el propio San Luis para ver unas instalaciones de procesamiento de pescado. Y de nuevo el intenso olor de África nos ha ascendido por la nariz esta vez convertido en olor a tradición pesquera. ?Los dulces sonidos del Kora (instrumento de cuerda típico) siguen acariciándome mientras pienso y rememoro todo lo pasado en nuestro viaje, lo recuerdo grata y satisfactoriamente, pero intento echar la vista más atrás y todo me  parece extraño, muy lejano; como un sueño, quizás de la misma forma que me lo parecía Senegal antes de pisarlo. Aunque ahora lo siento como mío, como si la Teranga (hospitalidad) senegalesa y africana hubiera sido una miel en los labios y que tras estirar la lengua consigues degustar, y consigue engancharte de tal manera que deseas que, cuando ese sabor se disuelva en tu boca, te vuelvan a  poner ese dulce en los labios, pero un poco más arriba que la otra vez para que tengas que estirar de nuevo la lengua, esta vez un poco más, para alcanzar la miel. Hasta que este sabor sea tan adictivo que tengas que abrir el tarro y comer directamente de él.   En la visita a San Luis ha impactado a unos y fascinado a otros como trataban el pescado en aquellas marmitas antiguas un poco antihigiénicas. Más tarde el director de un proyecto para la mejora y nueva construcción de estas instalaciones nos ha explicado lo que tiene entre manos para ayudar a estas mujeres luchadoras, que sobreviven con trabajo y sueldo digno en una cultura dominada por hombres, haciendo lo que les gusta.   La vuelta a nuestro campamento ha sido de la misma manera que la ida, en un gran cayuco que flotaba por el río Senegal, en dirección a concluir otro día más en esta expedición y esta experiencia que sin duda no morirá en ese avión que despegue de Dakar en unos días, y que tampoco será la última vez que saboreemos la dulces mieles de África.”

Más información en www.madridrumboalsur.com