AVES DE LA SIERRA NORTE. LA CIGÜEÑA BLANCA

Esta mañana cuando venía hacia el trabajo, he visto de nuevo a la pareja de cigüeñas blancas, sobrevolando el pueblo de Buitrago. Desde mediados de febrero se escucha por aquí el crotoreo de estas aves, al chocar sus mandíbulas cuando entran en el celo. Bien es cierto que sus hábitos han cambiado mucho en poco tiempo, ya que en localidades serranas, a mayor altitud y con más frío, dejamos de verlas bien entrado el otoño y a primeros de año vuelven ya por aquí. Ya no está bien decir el refrán: “Por San Blas la cigüeña verás”, ya que cada vez aparecen más pronto, incluso en algunas localidades más al sur de nuestra comarca, ni siquiera se marchan en invierno.

Aunque la Cigüeña blanca (Ciconia ciconia) sigue siendo un ave estival en nuestro país, es un ejemplo claro de la variación de las temperaturas estacionales, el conocido cambio climático. Se ha utilizado en diversos estudios como bioindicador y está más que constatado, que cada vez menos cigüeñas atraviesan el Estrecho rumbo a África, y se agrupan en zonas más meridionales de nuestro país para realizar una invernada mucho más corta, de unos dos meses. Nosotros hablaremos de esta especie con sus patrones habituales en cuanto a la migración. 

En cuanto a la descripción, de sobra conocida por todos, es una de las aves más grandes que existen: tiene una longitud que oscila en torno al metro y una envergadura de alrededor de dos; en su cuerpo predominan los tonos blancos, contrastados con el color negro de las alas y el rojo de las patas y su gran pico, herramienta fundamental en la mayoría de sus hábitos. Los jóvenes lo tienen de un rojo más apagado y los pollos aún negruzco. También las patas son oscuras y se van enrojeciendo según crecen. 

Su hábitat natural es el monte abierto, no la encontraremos en los bosques densos ni tampoco a mucha altitud. También ocupa humedales y herbazales, donde encuentra alimento. Desde hace mucho tiempo la mayor parte de ellas viven cerca del ser humano, en pueblos o ciudades o en paisajes transformados por nosotros, como las dehesas. Su alimentación es muy variada, mayoritariamente saltamontes o escarabajos grandes aunque también lagartijas, ranas, roedores, peces y moluscos. Además de una buena cantidad de basura, ya que cada vez es más frecuente que visiten en grupo los vertederos.

Es una especie gregaria, se reúne en colonias para criar, a veces en compañía de garzas y otras zancudas. Construyen grandes nidos acumulando palos, ramas, raíces, tierra, hierbas,…, pero además plásticos, papel, etc. Frecuentemente los sitúan en construcciones humanas como iglesias, chimeneas, torretas eléctricas, señales aéreas en autovías, etc. De forma natural preferentemente en árboles y ocasionalmente en rocas. Estas grandes estructuras pueden llegar a la tonelada de peso (se han citado algunas cercanas a las dos), con una altura desde medio a un metro y un perímetro cercano al metro hasta metro y medio, incluso más. Es el macho el que realiza más trabajo en su construcción. Todos hemos visto el ritual que se produce cuando uno de los dos consortes llega con material: se alegran echando ambos la cabeza hacia atrás, imitándose mientras crotorean. Estos grandes nidos son aprovechados por otros pájaros para criar: gorriones comunes o morunos, estorninos, grajillas, etc. Nunca se deben retirar los nidales, a no ser que supongan peligro por posibles derrumbamientos. Todas las especies ornitológicas están protegidas y, sobre todo, en época reproductora.

Entre marzo y abril llegarán las puestas, que constan de tres o cuatro huevos normalmente y que son incubados por ambos miembros, aunque en este caso es la hembra la que pasará más tiempo con esta tarea. Transcurrido un mes o algunos días más nacerán los pollos, que tendrán un largo periodo en su desarrollo hasta poder volar; serán alimentados por ambos progenitores regurgitando la papilla que llevan en el buche. A los dos meses realizan ya sus primeros vuelos pero no se alejarán mucho: aún seguirán cerca de los adultos dependiendo todavía de ellos. Pasados tres meses o algo más se vuelven independientes. La Cigüeña blanca es monógama y se mantiene fiel a su pareja durante toda su vida, que oscila entre 20-25 años. Alcanza la edad reproductora a los cuatro años. 

En algunos países europeos ya no hay cigüeñas; en el nuestro en la actualidad sus poblaciones se mantienen. Los cambios en la agricultura, la desecación de humedales, las retiradas de sus nidos, la caza ilegal, los choques contra tendidos eléctricos son sus principales amenazas. Existen también bajas en los cigoñinos, al producirse accidentes con cuerdas o elásticos llevados al nido. Proteger a las cigüeñas es proteger a estas aves que forman parte de muchas de nuestras tradiciones; es proteger nuestra cultura.

Miguel Ángel Granado

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