AVES DE LA SIERRA NORTE. LA GARCETA GRANDE

Miguel Ángel Granado 

El 2 de febrero es el Día Mundial de los Humedales. Para resaltar el valor de estos ecosistemas he elegido en esta ocasión a una de las aves, que son muchas las que habitan estos medios acuáticos, de mayor tamaño que podemos encontrar. Pero antes de irnos a la protagonista del artículo, quiero dar algunos datos sobre estos enclaves. Se cumplen ya muchos años desde la firma del Convenio de Ramsar, el 2 de febrero de 1971, mediante el cual se pretendía conservar estos hábitats. El lema elegido para 2024 es: “Vida entrelazada. Los humedales y las personas.” Se hace hincapié en nuestra dependencia de estos espacios: nos proporcionan agua limpia, alimento y sirven como termostatos que regulan las temperaturas, entre otros beneficios. Ya sean continentales como lagunas, ríos, marismas, llanuras de inundación o pantanos; costeros como estuarios, manglares, marismas de agua salada o arrecifes de coral o, incluso artificiales como estanques, arrozales o salinas…todos son primordiales. Ocupan más de 2,5 millones de kilómetros cuadrados de la superficie mundial, hablamos de los que están catalogados que son la mayoría y, España ocupa el tercer lugar como país con mayor número de áreas húmedas.

La Sierra Norte de Madrid concentra la mayor parte del agua de nuestra comunidad autónoma. Es cierto que casi toda se encuentra embalsada y encontramos pocos ríos sin presas pero aún así, muchos de los animales se adaptan a estas grandes obras y al cabo de los años las ocupan. Como ejemplo de un ave que se ha ido expandiendo y cada vez es más frecuente visualizar en nuestra comarca, hablaremos de la Garceta grande (Ardea alba). Todavía no podemos catalogarla como residente, pero son cada vez más frecuentes los avistamientos en época invernal. Junto con la Garza real (de la que ya escribí) es la mayor de las ardeidas presentes en nuestra geografía aunque al ser de color blanco parece aún más grande. Su longitud puede sobrepasar el metro y su envergadura es cercana a los dos, de forma estilizada y cuello muy largo, curvo, como es común en las garzas. Su plumaje enteramente blanco a excepción del pico, largo y amarillo, en forma de daga. En la base de este presenta una mancha de color verdoso, al lado del ojo, que también es amarillo. Las patas son negras y los dedos negros aunque en época de reproducción estas se tornan amarillentas y el pico se oscurece, además de mostrar unas plumas ornamentales muy largas en el dorso, que suelen erizar. Los jóvenes son como los adultos en fase no reproductora.

Esta especie está ampliamente distribuida y ocupa todos los continentes. En el hemisferio sur es sedentaria pero en el norte es migradora parcial, produciéndose movimientos de zonas septentrionales a meridionales durante el invierno. En nuestro país cría en el Delta del Ebro y Doñana y es probable que recientemente se esté reproduciendo en zonas del mediterráneo, como la Albufera. Sin embargo en invierno la podemos localizar en diversos humedales, especialmente de la cuenca del Ebro, además de otros de la del Guadiana o el Tajo; asimismo en Baleares y de forma accidental en Canarias. 

Ave muy silenciosa, a veces emite un graznido seco, sobre todo en las colonias de cría. Las garzas se agrupan durante este periodo, pudiendo encontrarse en un mismo árbol diversas especies, como sucede en las famosas garceras de Doñana. A la hora de alimentarse consume diversos animales, sobre todo peces, anfibios e insectos acuáticos: se quedará inmóvil y esperará a que se acerque alguna presa, a la que capturará con un rápido movimiento clavándole su largo pico, a modo de arpón; cuando sale a tierra busca lagartijas, pequeños mamíferos, pollos de ave, insectos terrestres o cangrejos. 

Alcanza la madurez a los 2 o 3 años de edad. Cuando se acerca la primavera el macho comenzará la construcción del nido, normalmente situado en árboles y a una altura de entre 3 y 12 metros. En otras ocasiones puede hacerlo entre la vegetación palustre y estará al lado del agua. Se sabe que es un ave monógama aunque no se tiene constancia si cambia de pareja cada temporada. Una vez comienza a depositar ramas construyendo la plataforma, reclamará la atención de la hembra y si esta acepta, seguirán ambos con la tarea. Este acúmulo de palos será revestido interiormente con material vegetal como pequeños tallos. Tras las cópulas la hembra pondrá entre tres y cinco huevos, que incubarán ambos sexos durante 23-26 días. Al nacer serán alimentados por sus progenitores, regurgitando la comida que transportan en el pico. Pasadas tres semanas ya se moverán por las ramas cercanas al nido y a las seis o siete podrán volar aunque permanecerán en la ruidosa colonia hasta el final del verano. 

Hace ya tiempo, durante el SXIX y parte del SXX, se mataron muchas garzas para aprovechar sus plumas nupciales como adorno de sombreros. Desde hace tiempo esa práctica ya no se permite aunque sigue existiendo caza furtiva; otras amenazas son el deterioro de los humedales, destruyendo la cobertura vegetal o contaminando el agua. Aún así en la actualidad no se encuentra amenazada y sus poblaciones continúan en aumento. Esperemos que en un tiempo se reproduzca en nuestra comarca.

Sé el primero en comentar sobre "AVES DE LA SIERRA NORTE. LA GARCETA GRANDE"

Dejar un comentario

Tu dirección email no será publicada.


*