CÓMO SER BUENO Y NO MORIR EN EL INTENTO

Rosa Ortega Serrano

Hoy he ido a ver a mi médico de familia. Es una especie convencional en vías de extinción, que deberá ser protegida en breve por su enorme aportación a la vida de los pueblos y la escasez de sus “miembros”. Su entrada al centro de salud ha sido triunfal: pisando el freno, con las ventanillas bajadas y un aire de “¿qué se le va a hacer?”, ha ido resolviendo enfermedades menores y atendiendo vecinos, que a veces sanan al relatar sus males o simplemente tocando sus ropajes, como en la biblia. 

¿Esto es bondad, bonhomía, compromiso o despiste? ¿Son los únicos que no se han dado cuenta de que estamos en la época de la planificación, los despachos, las consultas online y las cirugías con robots? O mucho peor, sabiendo todo esto y habiendo investigado sobre ello ¿pretenden seguir tratando a las personas como personas? ¡¡Ellos verán!! (200 plazas sin cubrir en la última convocatoria MIR, casi un 9% de las ofertadas para medicina de familia y comunitaria. Entre las causas citan la falta de reconocimiento de la especialidad, tanto social como profesional, la escasez de incentivos económicos y profesionales y la gran carga asistencial que tienen que soportar) 

Volvamos a la bondad. En la consulta me he encontrado con una mujer a la que hacía tiempo que no veía. Me ha recordado que me sigue en Senda Norte, esto es, que sigue leyendo este periódico cada vez más delgadito (“delgado de cintura/moreno y alto como dice el poema de Lorca). He pensado que editar este periódico es tarea de una buena persona por la parte de servicio público que conlleva. 

En la consulta del médico el aire seguía siendo bondadoso y ha llegado una vecina reclamando la atención de la enfermera para una persona necesitada, otra buena persona. ¿La bondad les hace héroes? Recordando a Freud, la bondad es una tarea erótica, una pasión por vivir. 

En esa consulta todos teníamos ganas de sanar y continuar viviendo. He seguido pensado en todas las personas buenas que conozco y he conocido en los pueblos de la sierra: Valentina, mi vecina cuidadosa y amante de los gatos, Juan el amigo valiente que va y viene desde la guerra, ayudando a la gente. Teresa, siempre armonizando las diferencias. Mis vecinos que me saludan cada mañana y veo los favores en su mirada. 

En la sierra hay mucha gente bondadosa que se ha ido acostumbrando a los cambios, que ya no recelan de la libertad para hablar, que les gusta ver pasear una pareja de hombres cogidos de la mano, disfrutando plácidamente de su amor y de la naturaleza (perdonen la redundancia). Que hemos cambiado y que estamos cambiando cada día, que no hay retroceso y que da gusto vivir en medio de esta tolerancia y diversidad. Hay una vieja maldición china que dice: “Ojalá vivas una época interesante” y he aquí nuestra época y nuestra oportunidad.

(Vuelvo a pedir disculpas. Como me pasó con los maestros, el tema de los médicos de familia debería ser tratado y divulgado con datos y explicaciones muy precisas, mis comentarios están hechos desde la admiración y el deseo de que les vaya muy bien)

Tengo los ojos puestos
en un muchacho,
delgado de cintura,
moreno y alto.
A la flor,
a la pitiflor,
a la verde oliva,
a los rayos del sol
se peina la niña.

            Federico García Lorca

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