AVES DE LA SIERRA NORTE. LA AVUTARDA COMÚN (II)

(Continúa del mes anterior)   … En España se encuentra, aproximadamente, la mitad de la población mundial. Exceptuando nuestro país, su distribución abarca zonas discontinuas de la región paleártica como el norte de Marruecos, algunos enclaves en Portugal, Gran Bretaña, Alemania y sobre todo Hungría. Además se extienden hacia Asia por Oriente Medio. Hasta mediados de los años 50 eran mucho más abundantes; en la actualidad siguen en declive y con núcleos más fragmentados. En el continente asiático son migradoras y se sitúan en algunas regiones de China, Mongolia y La India. 

En nuestro país es un ave residente. Su hábitat son los campos llanos de gran superficie. Las localizaremos, por tanto, en las llanuras herbáceas. Estas son más escasas que hace siglos, lo que provoca que se hayan adaptado a las zonas cultivadas, especialmente de cereales de secano, como los trigales. La castellana Tierra de Campos es el mejor lugar para observarlas, particularmente en la Reserva de Villafáfila en Zamora. Otros enclaves son las llanuras cerealistas de Cáceres y Badajoz, las llanuras manchegas y, en menor medida, zonas de Andalucía, Murcia, Aragón, Navarra y Madrid.

Ave muy silenciosa, exceptuando algunas vocalizaciones que emiten los machos durante el cortejo, su alimentación se basa mayoritariamente en materia vegetal, gramíneas, granos de cereal, leguminosas, hortalizas, flores y otras plantas. También ingiere materia animal, sobre todo los jóvenes: invertebrados como escarabajos, saltamontes, lombrices, larvas, etc. Tampoco desdeñan los huevos y pollos de otras aves que anidan en el suelo, así como ratones, ranas y lagartos. 

Los machos jóvenes en sus dos primeros años son muy similares físicamente a las hembras; éstas alcanzan la madurez sexual a partir del tercer o cuarto año de edad, ellos hacia el quinto o sexto. Al acercarse la primavera las hembras acuden a los leks para aparearse con los mejores machos, que habrán mudado su plumaje durante el invierno, siendo ahora más llamativos. Exceptuando este periodo reproductor, el dimorfismo entre ambos sexos será difícil de apreciar, ya que suelen estar en grupos separados. Sin duda, lo más peculiar en esta especie singular es el cortejo del macho a la hembra, conocido como rueda. Los barbones se reúnen en algunas zonas concretas, llamadas leks. Es allí donde muestran el celo, transformando su apariencia; las plumas blancas se vuelven más visibles, la garganta se hincha, esconden la cabeza tras ella echándola hacia delante y girándola hacia atrás, con la barbilla apuntando al cielo. Garganta y cuello son más rojizos y las manchas oscuras a lo largo de este se vuelven muy visibles. Tras esto alzan la cola hasta pegarla al dorso y, dejan caer las alas girándolas hasta casi tocar el suelo. Al realizar todos estos movimientos en el orden descrito, enseñarán todas las plumas blancas de las partes inferiores, convirtiéndose en una gran bola con patas, que puede permanecer así durante varios minutos, mientras sacude despacio las alas y se gira, pavoneándose; de ahí el nombre de rueda. Es frecuente observar a los machos con este aspecto mientras al lado las hembras permanecen indiferentes. Es una representación silenciosa y pueden pasar varios días hasta que copulen, normalmente dependiendo de la meteorología: las lluvias de abril pueden retrasar la puesta hasta mayo. Antes de emparejarse la hembra busca un buen lugar para anidar, alguna depresión en el terreno tapizada con algunos tallos que aplasta tumbándose (no construye nido) y, al abrigo de algún herbazal o de cultivos de cereales o viñedos, para ocultarlo de los depredadores. En esta época a veces se producen enfrentamientos entre algunos machos, aunque en general sin consecuencias graves. 

Así, cuando todo está dispuesto y el tiempo acompaña, llegarán las cópulas y enseguida la hembra pondrá dos o tres huevos, excepcionalmente cuatro. A partir de entonces el macho se olvida del proceso, únicamente puede acercarse al nido los primeros días mientras la hembra está incubando para vigilar que todo vaya bien. Según avance la incubación que se prolonga casi un mes, dejará a la hembra sola y no volverá a aparecer. Es una especie polígama. Los pollos al nacer son nidífugos, tienen la capacidad de caminar junto a su madre; ellas permanecerán con su progenitora hasta la siguiente temporada de cría, ellos se independizan antes. Tanto unas como otros adquieren su plumaje adulto a los dos meses de vida, momento en el que inician sus primeros vuelos. 

La Avutarda común era una especie abundante en el pasado; varios factores han motivado un acusado descenso de sus poblaciones: hasta el año 1980 se podían cazar en España; otro motivo de su merma son los plaguicidas utilizados en los campos, unidos al riesgo cuando llega la cosecha, ya sea por las propias máquinas o debido a la depredación posterior a ésta; colisión con tendidos eléctricos y alambradas, molestias humanas, etc. En suma, aparte de la caza es muy sensible a la transformación del hábitat; todas estas causas son responsabilidad nuestra. Como ya se ha comentado con otras especies de aves, deberíamos plantearnos detener la intensificación de la agricultura ya que la pérdida de biodiversidad es apreciable. Cuidemos nuestros campos y cuidaremos a seres tan singulares como la reina de la estepa.

Miguel Ángel Granado

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