De fuera vendrá quien de tu casa te echará

Serie: ¿Qué tenemos en la cabeza? – Paloma López Pascual – Psicóloga

Como una imagen vale más que mil palabras, fijaos bien en la foto, porque la estampa lo dice todo. El 8 de Enero de este recién estrenado 2021, una grúa se dispuso a quitar el nido de cigüeña que desde hace tantos y tantos años los pobres animales ahora expulsados vienen haciendo cada temporada en Pinilla de Buitrago, en la torre de la Iglesia de la Santísima Trinidad. 

El primer motivo que argumentan desde la Iglesia, ejecutora del desahucio, es que el nido es peligroso para los viandantes, al estar la torre sobre un callejón de metro y medio de anchura. Y yo me pregunto: si la calle que hay debajo fuese más ancha ¿ya no sería peligroso? Conozco otros pueblos de la Sierra en los que la torre está encima de calles estrechas, como es el caso de La Cabrera, donde vivo, y donde hace años colocaron un nido artificial que nos permite disfrutar de estos bellos animales prácticamente todo el año. Aun así, hasta ahí incluso podemos estar de acuerdo, a pesar de que en 70-80 años que tienen oriundos de Pinilla de Buitrago con los que he hablado de este tema, jamás ha habido ningún incidente. Lo máximo que sí ha ocurrido alguna vez es que, como mi querida prima Juanita Mari me decía, al pasar por el callejón ha caído del cielo “algún regalito”, lo cual no es agradable. Pero también tenemos las aceras y los suelos llenos de “regalitos” de perros y gatos, y no por eso los eliminamos; ¿o quizá sí? Porque igualmente hay quien se dedica a envenenar gatos y a abandonar perros. En fin… Me llama poderosamente la atención que nos ofendan las mierdas (con perdón de la expresión) de los animales y no las humanas, que son innumerables y nos caen por todos lados continuamente.

De todos modos es cierto que no está mal prevenir; siempre es bueno. Entonces, se le pregunta a la Iglesia por qué no han sustituido el nido natural por un nido artificial, que es seguro para el ser humano y que, de hecho, está instalado en las torres de las Iglesias de muchos pueblos; y me dicen que eso no lo han hecho porque en esta zona de la sierra de Madrid la cigüeña es una “plaga”. Amén. Éste es el segundo, y me parece que verdadero motivo, encubierto por el primero. Ahí se acabó nuestra conversación. Yo no tenía más que decir, porque no quería incurrir en blasfemias, no vaya a ser que me gane el infierno. 

Mi forma de intentar hacer justicia es escribir estas líneas para que cada uno saque su propia conclusión, y dirigirme a los organismos oportunos para ver qué se puede hacer, legalmente, claro. ¡¡La Ley!! Con mayúsculas. Leyes que redactamos los seres humanos, y que hacemos cumplir a otros seres humanos sin preguntarles. Nadie ha preguntado al pueblo de Pinilla (bueno, quizá a unos pocos, sí), qué le parece la decisión de destruir la posibilidad de que las cigüeñas continúen haciendo su nido donde vienen colocándolo desde hace… ¿cien, doscientos años? Tendría que ver el origen de la construcción del edificio, pero no me apetece perder el tiempo en eso, la verdad. Sobre todo, en el momento en que me transmiten que la Iglesia no es de todos, al menos no de las cigüeñas, contraviniendo uno de sus más destacados principios. 

Esto me hace recordar el musical “El diluvio que viene” (*) que impactó porque fue uno de los primeros grandes montajes musicales en España; el tema principal de la obra era: “Un nuevo sitio disponed, para un amigo más…”, y al final de la función, nos emocionaba a los espectadores una paloma que salía desde la parte superior del patio de butacas, y se posaba en una silla vacía que había en el escenario, puesta alrededor de una mesa llena de gente, para simbolizar que siempre teníamos que intentar hacer sitio para acoger a todos los que llegaban. Sirva el mensaje para el caso de las cigüeñas, y para el de tantos y tantos congéneres necesitados de un lugar donde poder anidar. 

https://youtu.be/8L6JYX_AufA (Os dejo el enlace, para los nostálgicos)

Pues esto es justo lo contrario: Un nuevo sitio quitad, que estos pajarracos no son bienvenidos; son una “plaga”. El asombro al escuchar “plaga”, me dejó sin las palabras que ahora intento redactar. Se argumentaba que las cigüeñas son una plaga por esta zona de la Sierra, como las palomas en Madrid. Así, el 8 de Enero no sólo han quitado el inicio de nido que había -base que dejan las cigüeñas de un año para otro- sino que, como se ve en la foto, han puesto unos hierros para impedir construir uno nuevo y han dejado además un palo y un trapo raídos, restos de los anteriores intentos de otros seres humanos para que no anidasen ahí. ¡Qué empeño! ¿Y eso no es peligroso si se desprende y cae sobre un viandante? No entiendo nada. Además, nuestros abuelos siempre nos enseñaron a no andar cogiendo los nidos, porque “los aburríamos”, queriendo decir que si los manipulábamos, echábamos a los pájaros y ya no tenían posibilidad de cuidar de sus crías o de poner allí sus huevos. Lo que viene siendo tocar “los mismos” a la madre Naturaleza y alterar su equilibrio, en lugar de respetarla.

Parece que la maniobra realizada en Pinilla está bien sustentada en una ley de Medio Ambiente que permite quitar los nidos de cigüeña y ya lleva más de seiscientos retirados. Y ante la ley, poco se puede hacer. Ya nos encargamos los humanos de redactar leyes que nos amparen y bajo las que, a veces, podamos hacer lo que nos dé la gana. No damos puntada sin hilo. Quién hizo la ley, hizo la trampa. ¿Pero y las leyes de la Naturaleza? Como no están escritas en ninguna parte más que en el recuerdo de las personas y en el instinto de los animales ¿no tienen validez?

Aun así, las pobres cigüeñas siguen intentándolo y supongo que preguntándose quienes son estos pajarracos metálicos que han venido a echarlas de su casa. Rígidos, fríos y punzantes. No lo sigáis intentando, amigas; es imposible anidar en lugares con pinchos que resultan hostiles y donde no se os quiere. 

 A pesar de todo, personalmente me gustaría seguir pensando en la tierna idea de que a los bebés los trae la cigüeña, y me niego a aceptar que estos pájaros emblemáticos que nos arrullan con su “machacar el ajo” y pasean como vacas con alas por nuestros prados verdes, son una plaga.

En cualquier caso, el origen de las plagas de ciertos animales tiene que ver directamente con la ingente cantidad de residuos que generamos, que no clasificamos adecuadamente y que forman montañas en pequeños o grandes vertederos. Así que, lo miremos como lo miremos, los seres humanos somos los únicos responsables de la alteración del orden admirable que existía, desde que el mundo es mundo, en la Naturaleza. 

Creo que las fotos tomadas por Ángel, vecino de Pinilla de Buitrago, son un excelente símbolo de que no se le pueden ni se le deben poner puertas al campo.

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