Sabio y Artesano

RafaeldeFrutos250

Rafael De Frutos Brun – Montejo de la Sierra  – Julio 2020

Tengo un amigo especial

que aunque no nació en mi pueblo

lo visita con frecuencia

y charla con los abuelos.

La otra tarde me contó

que sentado en un madero

estaba haciendo una cesta

un abuelete del pueblo.

Y le preguntó al cestero

si era difícil hacerla,

contestó “que le era fácil

con ilusión y paciencia”.

“Pues cualquier cosa que se haga

con ilusión y con gusto,

que es como yo hago la cesta,

a mí no me cuesta mucho”.

“Preparados ya los mimbres,

por el culo empezaremos

 y acabará con el asa

cuando la finalicemos”.

Y quedó con el abuelo

que le daría unas lecciones

para aprender a hacer cestas

y cumplir sus ilusiones.

Primero que hubo los mimbres

y los fue clasificando

y según se lo contaba

estaba el cesto empezando.

“Primero la cruz del culo,

con los mimbres que son finos,

y según se va subiendo

cada mimbre a su destino”.

Y así mi amigo del cuento

en sus ratos de relajo

iba tejiendo su cesto

por arriba y por abajo.

Y sentado en un tajón,

en la puerta de su casa,

iba creciendo la cesta

a punto de hacer el asa.

Pasó por allí un cabrero,

y al ver cómo hacía el cesto,

le dijo: “lo llevas flojo,

poco te va a durar esto”.

“Yo no te censuro a ti

si cuidas bien a tus cabras.

Mejor que sigas andando

porque sobran tus palabras”.

También pasó un carnicero

y con aparente agrado:

“quedaría mucho mejor

si el mimbre fuera pelado”.

Le miró de arriba abajo 

y le contestó el abuelo:

“¿tú pelas a tus filetes 

si llevan manteca o sebo?”

No podía faltar el cura 

que le quedó mirando

y le dijo: “vale poco

con lo que te está costando”.

“Nunca le dije yo a usted

si al explicar el sermón

sus fieles roncan y duermen

igual que lo hace un lirón”.

Iba el médico a consulta,

como tiene por costumbre,

y con sorna y cachondeo

dijo: “vale pa´la lumbre”.

Le sentó mal al abuelo 

y dijo de esta manera:

“¿a usted los que ya no valen 

también los echa a la hoguera?”.

Ni el médico, ni el cabrero,

ni el cura, ni el carnicero,

no han hecho en su vida un cesto

ni aprenderán nunca a hacerlo.

Al final llegó el alcalde

y estrechándole la mano,

le felicitó al abuelo

por ser SABIO Y ARTESANO

Y es que maestros y jueces

a todos nos gusta ser,

con lo bonito que queda

“mirar”, callar” y “aprender”.

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