LAS AUTORIDADES SE OLVIDAN DEL MUNDO RURAL

El Malandrín de la Puebla

Esto que plasmo es información, dirigida a aquellos que tal vez no hayan caído en lo que afirmo, pero también es lamento, queja y reivindicación.

Están bien y todos aplaudimos las precauciones, actos de prudencia y las normativas derivadas de ello, que las autoridades están dictando y haciendo cumplir, para evitar la propagación del virus y su contagio, pero es muy importante, a la hora de organizarse, vigilar, regular y prohibir situaciones egoístas de algunos ciudadanos que incumplan la cuarentena, que todo esto no se haga exclusivamente bajo el prisma de la urbe, de la gran ciudad y las poblaciones de muchos habitantes.

Resulta que el ámbito rural también existe y por lo que parece nadie se acuerda de las características, condiciones, situación e idiosincrasia de los pueblos pequeños, las aldeas, los caseríos. En estos momentos hay una gran movilización a nivel  general, actualización  y puesta a punto de hospitales, creación de otros de campaña para atender a tanta gente como se necesite, adquisición y reparto de material sanitario…pero solo de manera incompleta, pues hay una parte de la población que no está siendo atendida de igual manera que el resto y que, por lo tanto, parece que tienen menos derechos que los demás. Y no me refiero a las autoridades sanitarias, que lo están dando todo como se demuestra día a día.

 

En la Comunidad de Madrid, que es la que nos ocupa – imagino que también en el resto del estado- hay grandes áreas rurales y de montaña y una gran parte de ellas se encuadran en lo que hemos venido en llamar “la España vaciada”. La Sierra Norte de Madrid, sigue siendo la Sierra Pobre. La situación en la que se encuentran ahora mismo muchas localidades serranas, es sencilla y llanamente lamentable. Carecemos de un apoyo en condiciones por parte de las autoridades autonómicas. La Guardia Civil, en aquellos lugares donde se despliega, está desbordada, así como la Cruz Roja. Agrupaciones locales de Protección Civil, apenas existen en algún que otro núcleo. Los pequeños consultorios se encuentran cerrados y los ambulatorios no dan abasto y funcionan gracias a la enorme profesionalidad de médicos, enfermeras, administrativos y demás trabajadores de dichos centros.

Aquí no existen equipos de protección. Los vecinos reemplazan las mascarillas con lo que pueden, como aquellas diseñadas para obras, pintores, carpinteros, etc. Algunos se cubren con pañuelos e incluso con la parte alta del jersey.  En nuestra comarca no se sabe si hay personas transmisoras del virus o no, si lo han superado o no, porque no se han hecho, que sepamos, pruebas de ningún tipo.

Algunos ayuntamientos serranos están creando grupos de voluntarios, que son a todas luces imprescindibles para paliar la falta de medios, como: llevar las tarjetas de ancianos a las farmacias para recoger los medicamentos que necesitan, hacer la compra a gente mayor, impedida o a personas que, o bien no disponen de vehículo o a los que les pilla lejos un comercio para abastecerse… todo esto se complica a causa de la falta de equipos de protección para estos voluntarios, por la prohibición de ir mas de una persona por vehículo, ya que dificulta enormemente la tarea de los mismos, obliga a circular más coches de los que serian necesarios y a gastar mas combustible.  

Hay otro inconveniente, que ha surgido precisamente a causa de las restricciones mal planificadas y es que los almacenistas de leña han tenido que cerrar porque se les prohíbe surtir a los vecinos que antes de acercaban a recogerla con sus vehículos particulares o se dificulta que los primeros puedan ir con su camión a repartir a los domicilios.  Que no se les olvide a las autoridades urbanitas, que en los pueblos somos multitud aquellos que calentamos nuestro hogar a base de estufas de leña o chimeneas; que todavía hay familias que tienen en sus casas “cocinas económicas” y que esto no es un divertimento navideño ni un capricho de fin de semana, sino que se trata de supervivencia.

A ver si de una vez por todas, los responsables políticos se acuerdan de estos pueblos no solamente cuando hay unas elecciones cercanas. Por aquí, las distancias son largas y hay que hacerlas en coche particular, porque el transporte público nunca ha sido el fuerte de la sierra y los muy poco lógicos horarios, dificultan el poder hacer la compra. Sucede que hay mucha gente mayor que precisa de ciertas atenciones, que la sanidad está en precario, que no disponemos de centros de especialidades y que, para complicarlo todavía más, resulta que el único hospital de que dispone la zona, no solo nos pilla lejos, sino que tiene un ala, inicialmente destinada a cuidados intensivos, que permanece cerrada por obra y gracia de la inacción de la Comunidad de Madrid  y me refiero al Infanta Sofía, sito en  San Sebastián de los Reyes.

Ignoro si esta mi queja, que es también la de muchos otros serranos, llegara a oídos de las autoridades competentes y si llega, igualmente ignoro si se tendrá en cuenta, pero ahí la lanzo, en mi botella particular, a las olas de ese mar embravecido en espera de que alguien la recoja.

Marzo de 2020

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