AVES DE LA SIERRA NORTE. LA PALOMA TORCAZ

Aves265

Miguel Ángel Granado 

Las palomas son aves muy cotidianas, quizás por ese motivo no les prestemos demasiada atención. Sirva este artículo para conocerlas un poco más. En nuestro país existen varios tipos: la bravía con la subespecie doméstica, la zurita menos frecuente y la torcaz, abundante en el campo aunque hoy en día ha colonizado también las ciudades y pueblos. Además, en las islas Canarias podemos disfrutar de la observación de las amenazadas rabiche y turqué. 

La Paloma torcaz (Columba palumbus) es la más grande de las que existen en Europa, fácilmente identificable por sus tonos grises contrastados con las manchas blancas que luce en el cuello y alas. La punta de la cola tiene una franja negra; en el cuello además de la mancha blanca, se aprecian junto a ella zonas verde y púrpura; suele tener el pecho hinchado, de un color púrpura pálido. En vuelo las franjas alares blancas se perciben muy bien.  Es de cabeza pequeña en proporción al cuerpo. Tiene el pico rosado terminando en un suave tono anaranjado; el iris es amarillento. Ambos sexos son iguales. Las alas y cola son más largas que en otras especies de palomas. Con una longitud aproximada de 40 cms. y una envergadura que ronda los 75 cms., se encuentra bien distribuida por el norte de África, el occidente de Asia y la Europa templada. En nuestro país está presente en toda su geografía, exceptuando las islas Canarias y Melilla.

En España contamos con una población residente adecuada, bastante equilibrada. Mediado el otoño, sin embargo, esta población aumenta considerablemente, llegando a haber diez veces más palomas torcaces, procedentes de regiones más frías del centro y norte de Europa: nuestro país al ser el más meridional del continente, es el que recibe un mayor número de individuos. La torcaz, por tanto, es un migrador parcial, como ya hemos visto en otras especies de aves. El paso postnupcial suele ser en octubre y noviembre: el primaveral o prenupcial en febrero y marzo. Durante el invierno se concentran en grandes bandos, durmiendo agrupadas en los árboles; es en esta época cuando causan mayores problemas, al alimentarse de semillas y frutos tales como las bellotas y los higos, causando importantes daños en zonas cultivadas. Su alimentación está compuesta preferentemente de materia vegetal, acompañada en los meses cálidos de larvas de hormiga, arácnidos y otros insectos pequeños

.

Asociada preferentemente a los bosques de encinas y alcornoques, donde encuentra su óptimo, se encuentra en diversos hábitats, siempre que haya zonas arboladas donde instalar el nido: bosques de ribera, dehesas, zonas de cultivo con vegetación alrededor e incluso, en estos últimos años prolifera en parques urbanos medianamente grandes. 

Son bastantes silenciosas, únicamente se manifiestan en la época de cría, con su arrullo característico, grave, parecido al ulular de los búhos: “ouú-cuú-cuu-cuu-cuu” A partir de marzo los machos se exhiben con sus vuelos nupciales, batiendo las alas ruidosamente para elevarse y, dejándose caer con estas alzadas, para terminar planeando. En esta época el carácter gregario se olvida, siendo frecuentes las disputas entre ellos. El periodo reproductor llega hasta agosto. La hembra construye el nido, una pequeña plataforma de ramitas, tapizada con hierba y hojas; realiza normalmente dos puestas de uno o dos huevos, incubados por ambos progenitores. Al nacer los pichones son alimentados con una secreción del buche de los adultos denominada “leche de paloma”, muy alimenticia, rica en proteínas y lípidos. Transcurridos de 20 a 35 días, los pollos ya pueden volar. Normalmente durante la época de cría, los adultos se vuelven más oscuros. Son frecuentes los ataques de córvidos al nido.

 

Las poblaciones sedentarias, nuestras torcaces, tienen poblaciones estables, incluso con ligero aumento en zonas urbanas; sin embargo las migradoras, las que provienen de otros países, soportan una fuerte presión cinegética en el paso otoñal. Bien es cierto, como comentábamos antes, que durante el invierno sus poblaciones se amplían desmesuradamente, causando importantes daños en los cultivos y frutales; especialmente donde se concentran en mayor número: en los bosques esclerófilos del centro y oeste peninsulares. El contingente europeo podría verse afectado si se cazan más de las que deberíamos. Esperemos que este equilibrio siga existiendo durante muchos años en beneficio de esta bella ave que, no por ser cotidiana deja de serlo.

Sé el primero en comentar sobre "AVES DE LA SIERRA NORTE. LA PALOMA TORCAZ"

Dejar un comentario

Tu dirección email no será publicada.


*