¿Para cuándo la ley de educación?

Rosa Ortega Serrano

-Papá, papá, yo quiero un pin.

-Pero hijo, te hará mucho daño.

-No importa, papá, yo quiero un pin, que Borja se va de clase muchas veces. Mira al profesor, me mira a mí, se despide y se va a jugar al patio. Al rato vuelve y escucha detrás de la puerta si seguimos hablando de las enfermedades de transmisión sexual. Se vuelve a ir y a veces no entra hasta después del recreo. Papá, papá, fírmame un pin y así me podré ir a jugar a las máquinas que están cerca del instituto y no me pierdo.

-No seas pesado, hijo mío, que si no vas no nos enteramos de lo que ese traidor cuenta en las clases. Tú sigue ahí y cuéntamelo todo que vamos a dejar esto más limpio que una patena.

 

Mientras, en el 5ºC de ese mismo edificio de Vallecas, Juanito llora desconsoladamente porque su papá no pasa por su colegio a firmar el pin que le permitirá salir de clase. Ayer su profesora dijo que solo se pueden tener hijos después de pasar por la vicaría, y Olmo y su hermana que tienen pin se levantaron y se fueron. Menudo chollo que tienen, y los profes solo les examinan de lo que escuchan en clase, vamos, que aprueban siempre, que es de lo que se trata.

Todo esto sucede en las casas de Juanito y del amigo de Borja, pero el maestro Don Manuel y la señorita Silvia están temblado porque en la enseñanza pública de su comunidad costera cada vez más niños tienen pin y pronto el servicio de inspección comprobará las escuchas y sabrán si han hablado mal de los derechos del pueblo Kurdo o de la sexualidad de los hipopótamos. 

No son buenos tiempos para la enseñanza. Primero nuestros abuelos nos contaron atrocidades de la guerra, todos los maestros desterrados por rojos. Después el miedo a Franco, el sueldo escaso, la lucha por mejorar la formación. Siguieron años de bonanza y compromiso. ¡Que viene la tecnología! Se oía por los pasillos de los centros en los años 80. Y ahora resulta que el enemigo es el pin parental. Con lo bien que suena pin pan y tal y tal.

Los padres y madres pueden pensar que el pin parental es una buena herramienta porque protege a sus hijos e hijas cuando usan el ordenador o ven la televisión, bloqueando contenidos violentos o explícitamente sexuales. Pero, ¿qué es el pin parental que incluye vox en su programa electoral y que ahora se está implantado en la Comunidad de Murcia? Se trata (cito textualmente) de“una solicitud dirigida a los directores de los centros educativos en los que estudian nuestros hijos”. Una instancia con la que los padres pueden solicitar al colegio que les informe previamente, “a través de una autorización expresa, sobre cualquier materia, charla, taller o actividad que afecte a cuestiones morales socialmente controvertidas o sobre la sexualidad”.

A pesar de su nombre, no consiste en un pin físico, ni en un neurotransmisor que amenace la paz escolar. Es solo un documento que permite a los alumnos ausentarse de clase cuantas veces se hable de aquello que constituye un tema prohibido o tabú dentro de sus propias familias. Es algo así como si la realidad no fuera la misma para todos.

Y a todo esto seguimos sin darnos cuenta de que los niños y las niñas y la humanidad entera es más feliz y más longeva cuánto más cultura tiene, más conocimientos, más contextos para dialogar, más espíritu crítico, más tolerancia, más respeto y más libertad. Por supuesto en una sociedad más igualitaria y con un reparto de la riqueza y de la pobreza más equitativo. Claro está que la educación en el respeto a la diversidad y la convivencia de todos y para todos es el único camino posible, para Borja, para Juanito, para Olmo y para su hermana.

El poema de este mes es de Francisca Aguirre, (Alicante, 1930), 

EL PENSAMIENTO

 Una limosna para el pensamiento

una pobre limosna a esa desdicha

que alguien nos regaló seguramente

sin caer en la cuenta de que un día

no íbamos a saber qué hacer con el regalo.

Una limosna para el pensamiento

para esta desazón que nos acosa

que pregunta sin tino ni medida.

Pero nadie responde no hay respuestas.

Una limosna para el pensamiento

un óbolo para la incertidumbre que nos cubre

 

una ayuda un auxilio una palabra.

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