TRANSPORTE PÚBLICO EN LA SIERRA POBRE (“Lo moderno es el neumático, lo anticuado, el riel”. Regidores españoles, años 60)

Autobus68

«El Malandrín de la Puebla» – A.R.
Quiero dejar meridianamente claro antes de nada, mi apoyo incondicional al transporte público en todas sus modalidades, dejando como alternativa el uso de vehículo privado en determinados casos y circunstancias, para cuando no exista otra opción.
El transporte público como tal, es decir: popular, cercano práctico, útil, rápido (en la medida de lo posible) e incluso turístico, no es, pese a lo que pretenden contarnos los políticos en sus programas electorales, algo realmente prioritario para ellos.
Hablamos del tren. Nos cuentan que el de alta velocidad es un servicio público de transporte para viajeros, pero eso es una verdad a medias ya que ni el servicio, ni el precio ni la prestación se corresponden en muchos casos. Se olvidan los tecnócratas a la hora de planificar –alegando razones obvias de rapidez- que por los puntos intermedios, que son las poblaciones que salpican todo el trayecto, pasan los trenes sin detenerse. Bien. ¿Cómo se puede solucionar? ¿Cuál es el modo? ¿Qué hacemos?… Pues primeramente no cerrar las líneas ferroviarias llamadas «convencionales»que unen poblaciones y que antes del AVE hacían el servicio, sino conservarlas y fomentarlas. Tampoco descuidar su mantenimiento, dejando que se mueran por abandono, ni desmantelarlas para convertirlas en vías verdes. Hay evitar a toda costa que cientos de poblaciones situadas a lo largo de estas líneas queden lamentablemente incomunicadas. No debemos obviar tampoco que la red ferroviaria vértebra el territorio y es un recurso estratégico a nivel nacional, no solo para el transporte de pasajeros y mercancías, sino también para la defensa y la protección civil.
Las autoridades competentes en este ámbito, primero desmantelan las líneas férreas con la dialéctica demagógica de que «no son rentables», para después intentar paliar la lamentable situación resultante a base de parches, es decir: sustituyéndolas por líneas de transporte por carretera, que pretenden absorber tanto el tránsito de viajeros como el de mercancías, al que se suma el aporte de turismo privado, furgonetas, caravanas y auto caravanas, autocares turísticos, etc. que no consiguen todos juntos sino congestionar aun mas unas autovías que ya se inauguraron escasas en su capacidad.
En la Sierra Pobre de Madrid -esa que eufemísticamente se ha dado en denominar «Sierra Norte»- sucede esto. Se abandona el ferrocarril (Línea 102, EL «Directo») que se podría utilizar, al menos como «cercanías», sin desagradables atascos, cuando además muchos pueblos disponen de su correspondiente estación o apeadero. Se monopoliza el transporte público por carretera, asfixiando a las pequeñas empresas para favorecer el monopolio de una grande. Al mismo tiempo, se mantiene un proyecto de autopista de peaje paralela a la A-I. que fragmentara y dividirá más todavía la comarca, contribuyendo al destrozo del paisaje, máximo exponente turístico de la zona y todo ello siempre a favor del transporte por carretera, tanto de pasajeros como de mercancías, en definitiva, se abandona así a los vecinos, que como constituyen un numero insignificante de votos y encima algunos de sus ayuntamientos están regidos por candidaturas independientes… pues eso.
Nadie del Consorcio de transportes de la CAM se preocupa por averiguar si la empresa adjudicataria cumple con los horarios; si la información que se da a los viajeros en el intercambiador esta actualizada o desfasada; si el servicio esta duplicado o triplicado… o no existe, como sucede en muchos pueblos; si la cadencia en sábados y festivos es la adecuada; si los enlaces de las «lanzaderas» que unen los pueblos con Buitrago, por poner un ejemplo, están bien planificados o por el contrario –como sucede habitualmente- llegan diez minutos después de que se ha marchado el autobús a Madrid o se marchan a los pueblos tres minutos antes de que llegue el de Madrid con los pasajeros que pretenden regresar a sus pueblos y que se ven obligados a tomar un taxi… en fin un desbarajuste que sufrimos a diario porque «alguien» no está haciendo su trabajo…pese a que cobra del Consorcio de transportes y eso que encima los viajeros pagamos con antelación nuestras tarjetas de transporte.

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