UNA HISTORIA QUE REIVINDICAR SOBRE EDUCACION AMBIENTAL-IV

HiruelaVistacampo18

Antonio Ruiz Heredia
A partir de ese momento, como si de una epidemia de imprevisibles y maravillosas consecuencias se tratase, comenzaron a proliferar actividades similares propuestas y organizadas por asociaciones ecologistas y/o naturalistas como la Asociación de Estudios y Protección de la Naturaleza (AEPDEN), con su «Campamento-escuela de la naturaleza», o la Institución para la Educación Ambiental y Defensa de la naturaleza (RETAMA), con los suyos; Greenpeace, Grefa, Ándalus, Depana, Fapas, Gob, Fab o la Sociedad Española de Ornitología (SEO), pionera y fundada unos años antes que las anteriores, trabajaron incansablemente organizando actividades para niños, niñas y jóvenes, cursos, charlas, excursiones y proyecciones de diapositivas en escuelas y en algunos casos, como el de las asociaciones Grefa o Brinzal, cursillos para la formación de monitores medioambientales. (1)
Al tiempo que equipamientos tales como Granjas-escuela, aulas en la naturaleza, Centros de interpretación, Senderos guiados, etc. Fueron creados por doquier, siendo Cataluña, una vez más (y todo hay que reconocerlo) la comunidad que ya disponía en su territorio, en el año 1985, de la mayor densidad de este tipo de infraestructuras, en comparación con las que existían en el resto del estado español.
En el momento actual, las cosas han conseguido equilibrarse de manera que, al comenzar a primar la calidad sobre la cantidad, muchos equipamientos obsoletos, inadecuados o creados a la sombra de la moda y el oportunismo, han acabado por desaparecer o reconvertirse en clubes de ocio, espacios para fiestas familiares o centros hípicos. Además las administraciones locales y autonómicas han comenzado a destinar fondos para la creación de equipamientos aunque, por desgracia, como muchos de estos proyectos se llevan a cabo por motivos políticos, electoralistas o de imagen y no tienen en cuenta la opinión de expertos en impacto ambiental, ordenación del territorio o educación ambiental, acaban siendo instalados en lugares inapropiados, con excesivo derroche de medios y dotados de infraestructuras en ocasiones inadecuadas.
Jaume Terradas, reconocido experto en educación ambiental, ya escribía en su libro «Ecología y Educación Ambiental» (Ediciones Omega, Barcelona 1979) lo siguiente: «La ecología se interesa siempre en la defensa de bienes que deben pertenecer a la colectividad. No obstante es indispensable que no se utilice sólo el argumento ecológico en una primera etapa de reivindicación de la propiedad colectiva, sino también que se empleen desde el principio los adecuados criterios de gestión, pues es frecuente en nuestro país que grandes espacios naturales hayan conservado su integridad precisamente por no haber sido usados por la colectividad. La explotación o el disfrute multitudinario de la naturaleza pueden acarrear su alteración grave o su destrucción y por ello la necesaria desprivatización de los espacios naturales solo resultara beneficiosa si la gestión pública es extremadamente cuidadosa». Cosa que con mas frecuencia de lo que sería prudente, no sucede por en desmedido afán de las administraciones en convertir los espacios naturales protegidos en lugares para el turismo masivo y de fin de semana.

Estoy en absoluto desacuerdo con Cristian Freis, Técnico Superior en Gestión Ambiental, cuando escribe: «Las organizaciones ambientalistas no deben establecer programas o actividades alternativas de ningún tipo, porque en general los conservacionistas originan el peor material educativo del mundo, simplemente porque no son docentes» Parece una afirmación aventurada el decir esto, cuando han sido bastantes los grupos conservacionistas demuestro país que han desarrollado y novedosos programas de actividades con el propósito de acercar a los niños, jóvenes y no tan jóvenes a la naturaleza. Al mismo tiempo, no se puede igualmente olvidar la interdisciplinariedad de la educación ambiental, que es además condición fundamental que emana directamente de las conclusiones de la Conferencia Intergubernamental de Tbilisi. En cuanto a la «no docencia» de los ambientalistas, también se podría hablar de la falta de aptitud didáctica de muchos profesores, que aún siendo docentes y contando con un enorme bagaje de conocimientos científicos, son sin embargo incapaces de trasmitir los mismos a sus educandos.
Continuara.

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