LA MODA (1)

 

 

 

Chimo Marcos
Le he puesto el artículo para sustantivarla, para marcar la importancia que tiene, que ha adquirido, sobre todo en estos últimos tiempos. De moda, antes, se hablaba un par de veces al año, cuando desfilaban en Paris las grandes firmas, superconocidas, pero tanto que de hecho se hablaba poco de ellas. Únicamente si hacían algo extravagante en la moda misma o en el comportamiento de sus modistas, cuyas vidas nos eran conocidas, pero no nos las presentaban a diario, como ahora.
Lo mejor, o al menos lo más nuevo y por ello sorprendente, es la irrupción de la moda masculina, que a la vista de lo que las publicaciones especializadas le dedican está superando en páginas y TV a la moda tradicional, es decir a la femenina. Incluso, me está pareciendo que es por el interés masculino por el que la femenina va adquiriendo cada día más libertad de movimientos, o sea, más desnudez femenina, pues es claro que quien disfruta y por tanto busca esa tendencia es el hombre, nosotros los hombres.
Hoy, si nos dejamos guiar por lo que las fotografías (cada día más perfectas también) nos aconsejan – aunque más bien parece que nos imponen – deberíamos salir corriendo a nuestros suministradores de ropa y accesorios más habituales y encargar desde ya camisería, ropa interior y, sobre todo, americanas o cazadoras, que ambas tienen la primacía. Además no debemos olvidarnos de la zapatería; hoy hay más de 20 marcas de zapatos, zapatillas de deporte, etc. en el mercado cuyas identidades nos son repetidas hasta haber llegado a aprendérnoslas. No necesito recopilarlas aquí, todos las conocemos, al menos de oídas.
Lo peor, o al menos lo más grave para nuestros bolsillos, es que toda esa publicidad, aparte de conseguir que el producto ofrecido sea verdaderamente de mejor calidad en general al de las llamémoslas marcas blancas, es decir, sin publicidad del nombre del fabricante, que aquellas sean carísimas, prácticamente fuera del alcance de la mayoría. Y lo todavía peor, lo pésimo es que, si tenemos hijos o nietos a los que les debemos un regalo, nos van a exigir, estos sí exigen, que sean de tal marca. Lo que suele querer decir, la última cuya publicidad les ha llegado. Y no se te ocurra comprarles una de marca blanca, aunque por su diseño, calidad, etcétera sean iguales o mejores que las que te piden, pues con mala cara te las agradecerán, pero jamás se las pondrán y se pudrirán en cualquier armario. Todo antes que aparecer ante sus amigos o compañeros de colegio con esas «birrias» que tú les habrás regalado. Nunca podrían justificarse ante ellos.
Y he dejado fuera adrede a los accesorios, porque esos quizás sí puedan tener una manga más ancha en la aceptación, ya que suelen ser tan variados que es más difícil su adscripción a una marca u otra. Pero bien te librarás de presumir de reloj, de cartera, de pañuelo, etc. si no es de marca y que salga en televisión con cierta frecuencia. .
Y lo peor, quizás, su carácter tan efímero. ¡Qué pocos productos aguantan un par de temporadas al menos!

 

 

 

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