Homenaje a las misiones pedagógicas en Bustarviejo

BustarviejoMisiones MG 9312

 

 

 

Un 15-M, en concreto el 15 de mayo de 1935 las Misiones Pedagógicas llegaron a Bustarviejo. Aquella delegación estaba encabezada por nombres claves como Manuel Bartolome Cossío, Maria de Maeztu y María Zambrano. Ochenta años después, de la mano del grupo del Seminario Pedagógico y Literario «Ana Pelegrín» de Acción Educativa, se rindió homenaje a aquellas Misiones y a su visita a Bustarviejo.
Los componentes de este Seminario representaron a aquellos personajes, siendo recibidos por los vecinos y por el alcalde (el actual Raúl San Juan se metió en la piel de su antecesor de 1935. Se leyó el discurso que en 1935 leyó Manuel Bartolomé Cossío a los vecinos de Bustarviejo. María Zambrano entregó al alcalde, el primer libro que formaría la biblioteca del municipio. {phocagallery view=category|categoryid=570|limitstart=0|limitcount=0}
La jornada de homenaje se inició a la una de la tarde con un pregón y la Animación Teatral «Olí-Olé y Teatro del Oprimido»; «Porque fuisteis, somos…»Intervenciones y Homenaje Escénico por Acción Educativa y Pizpirigaña.
Además en los soportales del Ayuntamiento se puso el «Museo para el Pueblo», exposición de la Obra «del actor a la máscara» , de Pablo Shugurenski.
En las «antiguas escuelas» se realizó por la tarde el recibimiento de la comitiva de las Misiones, con los dulzaineros de Entresierras.
Donde también se pudo ver «Bailando el Pasado», la intervención de Danza Española por Pilar «La Argentinita».
La jornada acabó con una Chocolatada Popular y la oportunidad del encuentro entre los asistentes. Muchos vecinos de Bustarviejo estuvieron, algunos de ellos, niños que asistieron aquella jornada de 1935 y que, recordaban canciones y romances algunos fijados en la memoria como el «la loba parda»
Esta iniciativa sirvió también para congregar a numerosos miembros de la comunidad educativa de la Sierra.
También sirvió para reivindicar una educación publica de calidad, y alguno lanzo la idea de recuperar el espíritu de las Misiones para llevar actividades culturales a muchos pueblos, que salvo en periodos de fiesta no tienen apenas acciones de ese tipo.

Misiones Pedagógicas

El espíritu de las Misiones Pedagógicas era llevar los mejores maestros a las zonas rurales más apartadas, para llegar tanto a la población como a los maestros rurales, dándoles nuevas herramientas de trabajo. Romances, teatros, títeres, películas fueron algunas de las acciones que se realizaba.
En las redes sociales se puede sacar más información, e incluso buscando Cossio en Bustarviejo se puede ver el discurso original, de 1935 grabado en Bustarviejo.

En http://www.residencia.csic.es/misiones/exposicion/expo2.htm podemos obtener más información.

El texto que sigue está sacado de ella.
En 1881, Giner de los Ríos y Cossío solicitaron a José Luis Albareda, ministro de Fomento del primer Gobierno de Sagasta, la creación de misiones ambulantes, con el fin de llevar los mejores maestros a las aldeas más apartadas para vivificar la escuela rural. En 1899, Joaquín Costa propuso enviar algunas personas, en grupos de dos o tres por región, «a modo de misioneros», para que en las principales localidades reuniesen a los maestros rurales y les explicaran de forma práctica «qué es lo que en las condiciones actuales podrían hacer con objeto de mejorar la enseñanza». En 1912, Rafael Altamira promovió algunas experiencias, a las que ya llamaba «misiones pedagógicas», para llenar el vacío intelectual y social con que frecuentemente trabajaban los maestros en las aldeas. En 1922, Cossío volvió a insistir ante el Consejo de Instrucción Pública sobre la necesidad de establecer estas «misiones ambulantes», y su iniciativa dio fruto en las misiones a Las Hurdes, dirigidas por Fausto Maldonado en 1930. Cuando se proclamó la República, estaba en marcha una comisión que estudiaba la posibilidad de extender esta experiencia a otras regiones de España.
La proclamación de la República, el 14 de abril de 1931, mostró que las ciudades eran republicanas, pero no los pueblos pequeños y las aldeas, adonde no habían llegado ni la revolución científico-técnica ni los adelantos que, gracias a ella, habían encaminado a las ciudades hacia una vida mejor. El Gobierno provisional de la República sintió enseguida que era necesario ganarse a la población rural y retomó la antigua aspiración de Giner y Cossío de realizar misiones pedagógicas en las aldeas.
Cossío estaba durante aquellos días en Suiza y regresó de inmediato para vivir los acontecimientos. A su llegada le esperaba, al pie del vagón, su discípulo Domingo Barnés, quien le mostró el borrador del decreto de creación del Patronato de Misiones Pedagógicas y le comunicó el deseo del Gobierno de que se hiciese cargo de la presidencia del nuevo organismo. Desde aquel 6 de mayo de 1931, en que se firmó la orden ministerial que nombraba al Patronato, hasta su fallecimiento en 1935, Cossío no dejó de prestar atención al desarrollo de las Misiones y de entrevistar a los jóvenes que deseaban incorporarse a las expediciones, cuidando de los más nimios detalles para que la acción tuviese éxito.

 

 

 

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