La última gota, o como la denuncia no es ni mucho menos el final del camino.

http://vimeo.com/110662425

Denuncia… Fue asesinada y no había interpuesto denuncia… Sin denuncia, en muchos dispositivos de apoyo a mujeres víctimas de violencia de género no se atiende a dichas mujeres… ¿Qué pasa después de la denuncia? ¿Por qué cada vez más las mujeres que sufren violencia machista no denuncian?
El corto La última gota, del Colectivo Tejedoras, pone el dedo en la llaga sobre el el «acto final» que pondrá en marcha un proceso que acabará con la violencia de género: la denuncia por malos tratos.
Este colectivo desvela que el número de denuncias por violencia de género desde el 2008, año en que tuvo un pico de 142.125, no ha hecho más que descender, hasta las 128.543 en 2012. A su vez, aumenta el número de denuncias retiradas. De hecho, la mayoría de las mujeres (el 73 % del total) no denuncian a sus parejas o exparejas maltratadoras.
Los juzgados se convierten en un lugar hostil para muchas de las mujeres que denuncian los malos tratos que padecen y La última gota nos ayuda a pensar algunas claves para entender qué está pasando en muchos de los juzgados de violencia de género.
La formación con enfoque de género de jueces, juezas y fiscales es insuficiente y no fue obligatoria hasta tres años después de la entrada en vigor de la ley en 2004. Los casos archivados por falta de pruebas han aumentado un 158% desde la creación en 2005 de los juzgados especializados. La concesión de órdenes de protección ha disminuido un 12% desde el 2007 hasta la actualidad.
Además, los agresores están utilizando la estrategia de la contra denuncia para que su violencia quede impune.
¿Todas deben denunciar? ¿Ninguna debe denunciar? ¿Cómo están siendo los procesos judiciales, los tiempos y el trato a estas mujeres? Desde el espacio privilegiado que me brinda la consulta de atención primaria, me hago estas preguntas.
Cada vez que detecto un caso de malos tratos y voy indagando con el mayor respeto y empatía posibles sobre los tipos de maltrato que han vivido las mujeres en los últimos años, también ofrezco la posibilidad de que piensen si desean denunciar lo que me han comunicado. En muchísimos casos me dicen: no, yo no quiero denunciar, yo quiero que me deje de maltratar. Con dolor les señalo que esa parte no depende de ellas, que depende de su agresor y que son ellas las que deben decidir, poco a poco, qué pasos dar para acabar con la violencia, o… disminuirla. Jamás justifico la violencia que han sufrido, jamás permanezco neutral y eso no me impide hacer profesionalmente mi trabajo.
La «palabra mágica» para salir de una situación de maltrato no existe, a cada mujer le servirá una. Y no es ni mucho menos la palabra «denuncia», no, al menos hasta que las cosas cambien lo suficiente como para que el proceso judicial no acabe siendo un muevo maltrato.

Mar Rodríguez Gimena
Médica de Atención Primaria

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