José Miguel Barrera Vázquez Sostener un hilo de emoción hasta que te roba un suspiro

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Nació en en Vilalba (Lugo), capital de la Comarca de «Terra Chá», hace 50 primaveras. Ahora vive en Torrelaguna dónde aterrizó traído por el amor. Es consultor de seguridad y salud en el trabajo, aunque a nuestras páginas llega por su labor creativa, dentro de la poesía. Escribe desde la adolescencia, casi siempre en gallego, que es cómo piensa y siente.
Cuando le pido que me cuente cosas de su vida empieza por el principio… «Nací de madrugada, en casa, como se nacía antes. Los que asistieron al parto dicen que no lloré hasta que el doctor Zoilo me trasladó arropado en una sábana desde la cama de mis padres hasta la cocina y, con hilo de coser, ató mi cordón umbilical a este mundo un 29 de junio de San Pedro y Pablo. Mis primeros pasos fueron torpes y tardé en andar, pero eso no me impidió ser un culo de mal asiento. Inquieto y travieso, no malo; así me definían los profesores en mis años de primaria, aunque en realidad era fantasioso y curioso, y por querer, quería ser Tintín y llenar mi vida de aventuras.»

¿Cuando llegó la poesía a tu vida?
Fue ya rompiendo la adolescencia cuando la poesía me entró de lleno y fue, como no, en la catequesis de la confirmación… En el sopor de la tarde, ensimismado observando los tragaluces de la iglesia, escuché por primera vez el famoso poema de Antonio Machado: «Caminante no hay camino, se hace camino al andar….», pues, cómo decirlo, sencillamente lo entendí, comprendí la profundidad de su mensaje y la conclusión fue sencilla: si este sencillo poema dice tanto, que dirá el resto de la poesía… y así empezó todo.
Y a partir de ahí…
El año pasado se han cumplido los 20 años de la publicación de mi primer libro, «Loita de Silencio» (hoy se puede conseguir en edición digital en www.avozdevilalba.com). En el año 2002, en pleno Prestige, publiqué a través del Instituto de Estudos Chairegos el libro de poemas «Na Árbore do Desespero» con el subtítulo «Derradeiros poemas de Cándida» («Postreros poemas de Cándida»), fui el primer poeta en inaugurar la colección de los Cuadernos de Estudios Chairegos. Estos poemas de Cándida son el heterónimo donde se denuncia la violencia de género con un final trágico.
En Madrid, desde hace algunos años, formo parte, desde hace algunos años, de lo que hoy se conoce como Grupo Bilbao, movimiento de inquietudes intelectuales de gallegos y ológrafos, que viene su nombre de la tertulia que desde el año 1996 viene realizándose el último sábado de cada mes en el Café Comercial, en la Glorieta de Bilbao. De esta etapa tengo dos publicaciones, «Poemas do Tempo Silenciado» y «Marés nos Pousos de Café» (éste último colectivo).
En Torrelaguna, de la mano de Eva Pastrana nos embarcamos en una aventura poética con la revista Cartapacio, de la cual salieron tres números. Tengo nostalgia de esa etapa, que fue cuando conocí a Jesusa Peñas.

¿Cómo definirías lo que haces?

Dentro de la creación poética soy atípico y la constancia no es mi virtud. Mis mejores poemas han surgido en etapas de confusión y duda tanto en el plano personal como en el social, hoy es un buen momento para escribir, por ejemplo.
¿Por qué poesía? ¿Es una necesidad, una escapatoria, una forma de contar?
Emoción, no se me ocurre otro modo de definirlo: es sostener un hilo de emoción hasta que te roba un suspiro. Esta emoción todos lo hemos experimentado alguna vez, puede ser escuchando a Bob Dylan o a Fito y Fitipaldi o al Zurdo (quiero llenar de arena el camino que me lleve de tu boca hasta tu vientre, ¿no es precioso?).
La tierra es fuente de vida. ¿También para la palabra?
El ser humano no se entiende sin la palabra, y su riqueza no sólo está en los frutos de su trabajo, está en el premio de su esfuerzo, en la alegría de la cosecha, en la paz del viento o del fuego de la hoguera, en el granizo que malogra. Todo esto lo simboliza la tierra y sus gentes.
Cuéntame el proyecto en el que estáis embarcados a través de Jesusa Peñas
En Jesusa Peñas, poeta de la tierra, poeta pura y silvestre como la Sierra, en ella confluye el tiempo, el recuerdo, es el símbolo de identidad que la Sierra necesita. Jesusa no solo es una poeta de la sierra, es la Poeta. Y así lo creemos los que cada final de julio festejamos su legado en Pinilla del Valle.
El proyecto de crear una asociación que lleve el nombre de Jesusa Peñas no es ambicioso ni pretende robarle en protagonismo a nadie, tan solo ser un foro de intercambio que ayude a difundir y acoger todas las actividades de la Sierra con sentido de identidad. De momento se encuentra en un estado muy embrionario, pero confiamos en que poco a poco los habitantes de esta fantástica sierra aprendan a creer, a desear la capacidad de soñar. Por que ¿qué es el vivir sino el anhelo de soñar?

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