MARÍA ANTONIA IGLESIAS: REIVINDICADORA INSIGNE DE LOS MAESTROS REPUBLICANOS

Por ANTONIO SÁNCHEZ-MARÍN ENCISO

Hoy es un día muy triste para mi familia y para mí. La muerte de María Antonia Iglesias, aunque esperada, nos ha producido una enorme emoción y tristeza.

Nuestra relación, la de mi familia, con tan insigne personaje comenzó cuando ella recurrió a nosotros para colaborásemos en su idea primigenia de escribir sobre los Maestros republicanos, pues ella sabía de nuestras indagaciones sobre ellos, y sobre la educación republicana, interesados como estábamos por la vida y muerte de nuestro tío Severiano Núñez García, Maestro de Jaraíz de la Vera, que el 16 de octubre de 1.936 por el hecho «natural» de ser socialista, así consta en su sentencia de muerte, fue fusilado en las tapias del cementerio de Plasencia, y enterrado en una fosa común en las afuera del recinto necrológico, pues no eran meritorios, según los franquistas, que aquellos «rojos malditos» fueran enterrarlos como «Dios manda», ese «Dios» que sus creyentes cínicamente proclaman de «todos», es decir, en el cementerio que Franco, a quien la Iglesia Católica española proclamó «Caudillo de España por la gracia de Dios», retrotrajo a la época anterior a la República, que en su Constitución laica, en un ejercicio de coherencia y sanidad mental, los devolvió a su estado natural, a ser civiles, donde reciben sepultura todos los seres humanos de cualquier religión, de cualquier condición humana, además, con el beneplácito eclesiástico cómplice de esta discriminación; ¡qué barbaridad!, otra criminal exclusión para aquellos insignes Maestros que no eran ateos, como nos han querido hacer ver muchos para justificar sus depuraciones y muertes, ya que eran, estricta y reflexivamente, neutros, tanto religiosa, política como filosóficamente , y éste, el ateísmo, es un concepto filosófico que trata de demostrar la «no» existencia de Dios, por ende proselitista, como por otra parte son todas las religiones.
La Escuela, ni antes ni ahora puede ser proselitista, pues, como decían las autoridades educativas republicanas: «La escuela sobre todo ha de respetar la conciencia del niño. La escuela no puede ser dogmática ni ser sectaria. Toda propaganda política, social filosófica y religiosa queda terminantemente prohibidas en la escuela». (…) «La escuela, en lo sucesivo, se inhibirá en los problemas religiosos. La escuela es de todos y aspira a ser para todos». Es decir, ajenos al proselitismo….
Nos sentimos honrados y aceptamos encantados a esta petición de colaboración en este reconocimiento de estos mártires de la educación, de estos santos, no en el concepto religioso, católico, hace ya tiempo ausente en nuestro intelecto tal concepto meramente religioso, sino en el concepto de su puridad social, cívica, como tantos y tantos buenos españoles que fueron sacrificados en aras de esta furia satánica falangista, de este espíritu de venganza de los sublevados,»Es necesario propagar una atmósfera de terror dijo Mola. Tenemos que crear una impresión de dominación (….) Cualquiera que sea abierta o secretamente defensor del Frente Popular debe ser fusilado.
Entendimos de la enorme importancia de la escritura de tal libro reivindicativo de aquellos insignes Maestros republicanos, tan olvidados, tan vilipendiados por el franquismo, al igual que ocurrió con la portentosa educación republicana, rediviva en el 1975 por el gran socialista y Profesor, Mariano Pérez Galán, una persona comprometida con el gran proyecto de consolidación democrática de la transición, en su maravilloso y esclareciente libro de «La enseñanza en la Segunda República española» .
En el principio de ello, de esta naciente amistad con María Antonia, interesada en esa tarea común de revivir a estos formidables personajes de aquella extraordinaria educación republicana, está el artículo publicado en El País, el 27 de enero de 2003, magníficamente escrito por Carmen Morán, «Represión contra los maestros en la Guerra Civil», donde se expuso por primera vez en la prensa la tragedia vivida por tres Maestros republicanos, mi tío Severiano Núñez, Bernardo Pérez Manteca, y sus dos hijos, Arquímedes y Arístides, Maestros de Fuentesaúco, en Zamora, asesinados, y los padres de mi compañera Hilda, entonces tenía cinco años, Ceferino Farfante y Balbina Gallo, tres hijas pequeñas, y que tuvo una repercusión grandísima, con la adhesión consiguiente de muchos lectores que, a través de mi correo electrónico, nos descubrieron otros casos trágicos ocurridos por toda España de esta salvaje e inhumana represión…
Después de dos años, al menos, de trabajo, donde conviví con Mará Antonia en esta ingente tarea que se propuso, pude comprobar su ciclópea capacidad de trabajo, su enorme inteligencia, su sagacidad periodística; a mi esposa y mi nos conmovió las entrevista, maravillosa, que hizo al cura de Fuentesaúco, los curas fueron personajes claves en aquella masacre magisterial y que merecerían una consideración especial por su repercusión negativa, por supuesto, en estos crímenes de Maestros; en «La Lengua de las mariposas», esa magnífica película magnífica obra de José Luis Cuerda, basada en una obra de Manuel Rivas, se ve esta influencia en la tragedia. Los púlpitos, antes como ahora, son plataformas de concienciación ciudadana. Decía Fernández de los Río en el Congreso republicano:
¡Pobre catolicismo español! En vez de coadyuvar
para dar exquisitez a las misiones cardinales del alma española, en vez de eso,
se lanza a la pelea y ofrece como presa gustosa al paladar de sus secuaces la
persecución de las conciencias, y además, mediante sus poderosos órganos de
opinión, mediante sus órganos de actividad política, incluso mediante sus
púlpitos, hace una labor proterva y demoníaca, consistente en defender la
falsedad, en defender la injuria, defender la calumnia, emponzoñando de esta
suerte las conciencias y desmedrando la potencia heroica moral del individuo
español
Con su sagacidad periodística arrancó del cura D. Benjamín, a sus 103 años recién cumplidos, algunas confesiones que no estaba dispuesto a dar; de la confesión a los fusilados, algo que a María Antonia le confundió mucho, que antes de fusilarlos los curas se prestaran a su confesión, dijo: «Yo también lo hubiera hecho porque Dios perdona hasta el peor de los criminales», en un alarde de cinismo, cuando antes había dicho que no comprende como mataron a los tres Maestros de allí, de su parroquia «porque eran muy buenos y no se metían con nadie».
Además destacaba de ella, de María Antonia, su ingente humanidad, su grandeza de espíritu, su formidable corazón «rojo», todo ello en relación indirecta con su pequeñez física; «Antonio, ten paciencia, cuando íbamos andando, que cuando tú das un paso a mi me cuestan dos», me decía…
No era indiferente su paso por cualquier sitio, en algunas de admiración, otras de rechazo, era muy directa y transparente para expresar sus teorías, muy convincente siempre, pero no todo el mundo acepta las teoría de otros de buen grado; pero lo que siempre percibí en la gente es que reconocía su gran valía…..
Me impresionó, sobre todo, aquellas mujeres de Arroyomolinos de la Vera en Cáceres, que la besaban la mano, restregándose los ojos pues no se creían verla allí presente, no en la tele, y que hoy me agradecen la llevara allí, haberla conocido…..
Me siento orgulloso de haber convivido con ella todos estos acontecimientos…. Mi vida se ha enriquecido mucho con su amistad… Mi familia y yo sentimos, mi hija Mariló, concretamente también colaboró en el libro, sentimos profundamente su muerte…

 

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