LA VAQUILLA

LuisFcoDuran250

Veintitrés de enero enero de mil novecientos sesenta y nueve. Día de San Ildefonso. El gran día para los chavales del pueblo, por fin pueden vestir La Vaquilla, después de unos días de recogida de pañuelos, limpieza de cencerros y campanillas. Limpieza de las correas en las que van colgadas al cuerpo de cada uno. Cada uno pertenece a una cuadrillas de sus mismas o parecidas edades, cada cuadrilla viste su propia Vaquilla con los pañuelos o mantones que hayan recogido, prendas que la mayoría de las madres dejaban con todo el cariño para que sus respectivos hijos disfrutaran en estos días.

La grandeza de esta fiesta es que se hace en pleno invierno, seguramente con nieve, con barro hasta las orejas, con un frío que pela, pero que no impresiona a nadie. Las cuadrillas salen a correr su Vaquilla y pedir por las casas de las que recibirán, tocino o alguna vuelta de chorizo o huevos, todo esto al compas del cántico de rigor – la vaca choreja, que no tiene ni rabo ni oreja- todos estos regalos se llevan a una casa de cualquiera de los chavales, que este año toca hacer el Gasto. El Gasto, como se conocía, era que en una de las casas se cocinaba todo lo que se recogía por las casas, además de las pocas monedas que merced a la insistencia de las cuadrillas y también, por supuesto, al efecto balsámico que hace un buen trago de vino de la bota que cada cuadrilla lleva, para conseguir que los forasteros que tienen “la suerte” de ser acorralado y de paso rondado cual bella princesa, hasta que suelte unas pesetas o como hacían los pimentoneros, regalaban aceitunas negras o algún chorizo Cantimplano, pero con la advertencia de que al día siguiente no le pidieran más…

Con todos estos ingredientes, en la casa que toca hacer el Gasto, se disfrutará de unos buenos platos que las madres preparaban con todo el amor del mundo, huevos con patatas fritas, torreznos, chorizos asados en las ascuas. Arroz con leche o unas natillas y si había suerte hasta un flan de calostros, todos de forma tradicional, casera con rezumando cariño.

Se acaba los dos días de fiestas y hay que “matar” La Vaquilla, para eso se hará un simulacro con vino, se desvestirá el esqueleto de La Vaquilla, se devolverán los pañuelos, los mantones y los cencerros y a esperar que llegue el año que viene, para seguir disfrutando de una fiesta tan nuestra que no debería desaparecer.

P.D. Este recuerdo va para todos los que hemos tenido la grandísima suerte de haberla disfrutado y, en especial es un regalo de cumpleaños para mi hermana Maripaz, que nació el veinticuatro de enero del año al que me estoy refiriendo.

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