Rosa Ortega Serrano
Soy mayor, estoy fuera del mercado laboral y mis problemas en este momento se reducen a temas de salud: salud personal y familiar, salud medioambiental, salud económica, salud para curiosear, salud mental, salud para seguir viviendo. Hecha esta afirmación, debo decir que no considero que: “cualquier tiempo pasado sea mejor” o que los jóvenes de antes fuéramos más respetuosos, más rebeldes, menos consumistas, comiéramos mejor o peleásemos más por nuestros derechos. Es la memoria que nos hace más guapos, más altos y hasta más listos. A veces nos hace únicos. En ese tiempo remoto salíamos de una dictadura y era necesario dar luz a este país. Algunos de esos jóvenes ochenteros estaban en la lucha política, otros en las movidas psicodélicas y el resto sobreviviendo. Casi como en el año 2025. Con lo que si coincido conmigo misma es que me gustan los jóvenes y las jóvenes de este tiempo y que si investigase sus vidas me sorprendería saber cómo son de rebeldes, de trabajadores, de comprometidos social y políticamente, de contradictorios y de cómo están de asustados ante un futuro que parece solo presente.
Cuando buscaba temas que pudiesen suscitar interés para mis amables lectores y estuvieran de actualidad al menos hasta el siguiente número de Senda, se me ocurrió escribir sobre la crisis de la vivienda. Porque todos necesitamos una casa para desarrollar nuestro proyecto de vida y los jóvenes son los más afectados por esta especie de emergencia nacional
Y aquí me tienen dando vueltas en torno a la bondad de la juventud, sobre todo por soportar pacíficamente ese derecho que todo el mundo dice que recoge la constitución española. Buscando información sobre el mercado de alquiler de viviendas me he puesto a llorar. Miren el portal de referencia de los alquileres y acompáñenme en el duelo. En nuestra sierra, paraíso natural, no se puede tener una morada digna por menos de 600€ al mes.
Hablamos de pequeños propietarios que suben el precio porque ellos a su vez se sienten victimas de un mercado implacable. Hablamos de grandes inversores que no sienten ni padecen, solo monetizan, de dos partidos que no harán nada contra esta ficticia clase media que cada día es más pobre y menos media. En el último año la compraventa de pisos en la Comunidad de Madrid (según el INE) se ha incrementado en un 15,3% y el alquiler en un 18,6%.
Todos tenemos nuestro paraíso perdido, incluso los jóvenes van dejando sitios y recuerdos. Miremos a nuestros hijos para comprobar que son buenas personas y que no buscan más que vivir su vida y tener una casa en la que caminar en zapatillas.
Carlos Catena Cózar (Jaén, 1995) trabaja como traductor e intérprete de conferencias. Resultó ganador del III Premio UCO poética o el Premio Málaga Crea 2017. En el año 2019 se hizo con el Premio Hiperión con su poemario debut en solitario: Los días hábiles:
“intento construir una casa donde quepa mi abuela
mantengo el orden según sus enseñanzas
lo cocino todo con aceite de oliva
y desconfío de los que tienen dinero
la imagino sentada a esta mesa
en la que nadie nos comprende
lamenta al mirar por la ventana
la lluvia fatal para una cosecha que no existe
he colocado una estampa de su virgen en mi escritorio
he pedido a una gran empresa tecnológica
permiso para rezar el Ángelus cada mañana
desde este tiempo sin memoria
imagino una sesión de espiritismo con ella:
tras de sí las tierras que sembró para nosotros
frente a mí la ciudad que no construyó nadie
sentada en su sillón mi abuela observa
cómo el vaso estalla entre mis manos”
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