ESTO YA LO HE ESCRITO ANTES

 Rosa Ortega Serrano

Como los buenos escritores me gustaría ser autora de un solo libro y ofrecer una versión reiterada de mí misma. No es el caso, solo soy una lectora que anhela un mundo más justo y repite hasta la saciedad las palabras del poeta: “Que otros se jacten de las páginas que han escrito/a mi me enorgullecen las que he leído.” (Jorge Luis Borges)

Al precepto del maestro talludito y poco lúcido de “La letra con sangre entra” debemos enfrentar el de “La letra con letra entra” e intentar adaptarlo a nuestros tiempos de avanzada tecnología y transformación de las letras en imágenes, símbolos…etc. 

Parece anticuado hablar de castigos en nuestra escuela y de esa enseñanza arcaica y violenta que pretendía hombres y mujeres forjados en el dolor y el esfuerzo, pero he ahí la cuestión: La llamada cultura del esfuerzo es un engaño que enmascara la pobreza cultural de los más desfavorecidos. No es esfuerzo, es responsabilidad; no es tutelaje, es democracia. He hablado otras veces de la importancia del pensamiento crítico, de la senda de la argumentación, reflexión. De la educación igualitaria, respetuosa, comprometida. De docentes formados, bien pagados y amantes de la lectura (este es un chascarrillo). ¿Y para eso qué? Pues hacen falta: buena formación, mejor expediente académico, desarrollo de la carrera docente, reconocimiento social. Estas semanas hemos leído u oído la controversia, jornada continua o jornada partida. Estudios, artículos, informaciones tienden a demostrar las ventajas e inconvenientes de cada una de ellas. A los maestros se les puede demostrar que la jornada continuada es mejor científicamente para sus alumnos, pero no se les puede suprimir el derecho a ese tipo de jornada si es uno de los pocos beneficios obtenidos por este colectivo en años. Claro que tiene que haber compromiso, pero también administración, no todo puede ser vocación como si de votos religiosos se tratara. 

Una enseñanza de calidad nunca podrá garantizarse sin la participación de los docentes en todas las decisiones, cambio de leyes, ampliación de presupuestos, innovación tecnológica 

La educación que queremos…necesitamos, exigimos, soñamos…es una educación pública de calidad basada en la igualdad y la equidad……critica, democrática, reflexiva, tolerante, inclusiva, amable, integradora, y sobre todo para todas las personas en proceso de formación, que somos todos y todas.

Todo esto son palabras, impulsos, en ocasiones argumentos sin desarrollar que exigirían la mirada de un experto. Pido disculpas a los maestros y maestras por el atrevimiento: he hablado de cultura, de esfuerzo, de responsabilidad, compromiso y cada uno de estos conceptos requiere un manual para desarrollarlo y toda una sociedad para ponerlo en marcha.

El poema de Borges dice así:

“Que otros se jacten de las páginas que han escrito;

a mí me enorgullecen las que he leído.

No habré sido un filólogo,

no habré inquirido las declinaciones, los modos, la laboriosa mutación de las letras,

la de que se endurece en te,

la equivalencia de la ge y de la ka,

pero a lo largo de mis años he profesado

la pasión del lenguaje.

Mis noches están llenas de Virgilio;

haber sabido y haber olvidado el latín

es una posesión, porque el olvido

es una de las formas de la memoria, su vago sótano,

la otra cara secreta de la moneda.

Cuando en mis ojos se borraron

las vanas apariencias queridas,

los rostros y la página,

me di al estudio del lenguaje de hierro

que usaron mis mayores para cantar

espadas y soledades,

y ahora, a través de siete siglos,

desde la Última Thule,

tu voz me llega, Snorri Sturluson.

El joven, ante el libro, se impone una disciplina precisa

y lo hace en pos de un conocimiento preciso;

a mis años, toda empresa es una aventura

que linda con la noche.

No acabaré de descifrar las antiguas lenguas del Norte,

no hundiré las manos ansiosas en el oro de Sigurd;

la tarea que emprendo es ilimitada

y ha de acompañarme hasta el fin,

no menos misteriosa que el universo

y que yo, el aprendiz.”

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