LLOVERÁ Y YO VERÉ

Rosa Ortega Serrano

Declaro que una hermosa tarde, no sé exactamente a qué hora, salí de mi casa, con ganas repetidas de dar un paseo. Hay pocas cosas que me gusten tanto como los paseos, ya sean esforzadas caminatas por esas sendas milimétricamente señalizadas o rutinarios recorridos por el sendero que va a la mina. 

A primera hora salen los que se trabajan el cuerpo como si no hubiera un mañana, después los jubilados y los que pueden disfrutar de la vida. Por la tarde, las rezagadas que cuidan sus articulaciones, mezcladas con los niños y las niñas que van al parque. Mucha gente camina, es barato, sano y nos hace sentirnos vivos y, a algunas, más jóvenes. Es pura literatura. Porque la vida, como la escritura, se va desenredando mientras movemos el corazón. 

Disfrutemos del paseo, deambulemos por los caminos sin pensar en las pensiones, la seguridad social o los bancos maltratadores. Convirtámonos en jubilados errantes, para conseguir de cada lugar lo mejor que este pueda ofrecer. 

Esta idea, que no es mía y casi ni la comparto, va a ser la solución para los millones de jóvenes ancianos considerados analfabetos digitales, gasto excesivo para la seguridad social (que ellos mismos han mantenido) y clientes molestos para los bancos. Es rara una sociedad que ignora y utiliza a casi el 20% de su población (aproximadamente 9,38 millones de personas mayores de 65 años). En una versión ingenua de nuestra economía, son los pobres más ricos, a los que queremos invisibles pero activos. Capaces de acoger y mantener a los hijos una y otra vez, al mismo tiempo que sostienen las pequeñas (escasas) sucursales bancarias con humildes depósitos en planes de inversión que recogen sus ahorros. Son ellos los que no pueden mover dinero, sacar dinero, abrir y cerrar cuentas, porque no tienen, ni quieren tener, un ordenador en casa. ¡Bonita y estúpida contradicción! 

Una de las cosas más terribles que ha pasado en nuestro país en los últimos tiempos ha sido la muerte de tantas personas mayores en las residencias y sigue sin debatirse públicamente. Los familiares de las victimas reclaman información, Amnistía Internacional señala, tras analizar casos en Madrid y Cataluña, que casi el 90% de las investigaciones penales abiertas a hogares de mayores han sido archivadas. No se trata solo de asumir responsabilidades sino de iniciar un proceso de mejora de las condiciones de vida de estas personas.

En fin, que mi paseo ha derivado en achaques, que me han llevado hasta la vejez y con ella surgen los problemas. Os los recuerdo, por si acaso: brecha digital, desmantelamiento progresivo y agresivo de la sanidad pública, funcionamiento deficiente de muchas residencias.

A todo esto, mientras escribo estas líneas se “desangra” el Partido Popular y Garganta de los Montes sigue en la cresta cultural.  

El maestro Rafael Sánchez Ferlosio nos regala estos versos de su libro Vendrán más años malos y nos harán más ciegos.

Vendrán más años malo

y nos harán más ciegos;

vendrán más años ciegos

y nos harán más malos.

Vendrán más años tristes

y nos harán más fríos

y nos harán más secos

y nos harán más torvos.

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