AVES DE LA SIERRA NORTE. LA AVUTARDA COMÚN (I)

“Cuánto tarda la avutarda” A menudo, cuando pienso en ellas, recuerdo el poema de la inolvidable Gloria Fuertes. Y sí, tiene razón la escritora; de hecho su nombre en latín significa ave que tarda. Me acuerdo de la primera vez que fuimos a ver avutardas, en un domingo soleado del mes de diciembre del año 2000. Despejado pero con mucho frío, por las estepas cercanas a Alcalá de Henares. Íbamos por los caminos seis amigos en dos coches para poder abarcar más territorio. Estuvimos más de dos horas hasta que encontramos un buen bando. 

“Tampoco quedan ya muchas por aquí” –nos comentó después un agente forestal que se acercó para saber qué hacíamos por allí. Fue un día redondo, en compañía de amigos con un objetivo común. Escribí un texto sobre aquella jornada de safari. Pongo unas líneas del momento en que las localizamos:

¡Ahí están! ¡Son enormes!

Van caminando como en una manada, caminan despacio, algunas agachan la cabeza picoteando en el suelo. Llegamos al final de la loma casi arrastrándonos y nos tumbamos a mirar: hay tres que se han quedado muy cerca y las vemos perfectamente. De repente una sale volando y levanta a las otras dos, con lo cual las otras que estaban más abajo vuelan también. El cielo se llena de pájaros gigantescos con un volar pesado y pausado.

La Avutarda común (Otis tarda) es el ave voladora de mayor peso de nuestro planeta. Se han documentado machos, denominados barbones, que superan los 18 kilos. Están al límite de la capacidad de vuelo, son lo más parecido a un avestruz que tenemos en Europa. Habitan en páramos y estepas. En nuestra comarca existen municipios que pertenecen a la campiña, los que están situados más al sur. Y aunque escribo menos sobre aves presentes en ese hábitat, porque la mayoría del territorio es montañoso y además yo vivo en la sierra, ya era momento de hablar de algunas de ellas; y la más emblemática es precisamente esta gran ave, conocida como “la reina de la estepa”. 

En esta especie el dimorfismo sexual es apreciable, los machos son casi el doble de grandes que las hembras y pueden alcanzar un peso hasta cuatro veces superior. El color del plumaje de ambos es parecido, siendo los machos de tonos más intensos; aparte del tamaño podremos diferenciar a ambos sexos porque estos poseen una bigotera de color blanco, que les sale de la base del pico. En las avutardas predominan las tonalidades pardas en el dorso y las blanquecinas en la zona ventral. La cabeza y el cuello son de color gris, que se va tornando en parduzco rojizo según descendemos hacia el pecho, el cual exhiben los machos, volviéndose más rojo e hinchándolo, al llegar la época de celo. Las hembras, de apenas cuatro kilos y los jóvenes, tienen esos colores de cabeza y cuello similares pero más apagados. Comentar también que la bigotera les sale hacia los tres años de edad; a partir de los seis es bastante larga y densa, llegando a medir unos quince centímetros. Esta característica, junto a la mancha oscura alargada que tienen a ambos lados del cuello, nos ayuda a identificar la edad de los barbones. Las alas son blancas en su parte inferior y en la superior presentan también el color general del dorso, pardo anaranjado con tonos dorados y barrado en negro, que contrasta claramente con las rémiges de color negro y la transición de plumas blancas. La cola grande y de tonos similares a la zona dorsal, pero aún más anaranjada. Las patas son largas y con pies abultados y poderosos; el pico de color amarillento con la punta más oscura. Ojos negros con anillo ocular blanco. Las dimensiones de estas aves oscilan entre los 75 y 105 cms. de longitud y los 190 a 260 cms. de envergadura.

Las observaremos casi siempre en el suelo, caminando. De lejos nos pueden parecer ovejas que pastan en la llanura; al acercarnos apreciaremos su conducta recelosa, siendo considerada una de las aves más asustadizas de cuantas existen en nuestro país. Según vayamos hacia ellas irán alejándose y será raro que nos dejen aproximarnos a menos de doscientos metros y, si notan que nos dirigimos hacia ellas, emprenderán el vuelo, como comentaba antes cuando las vi por primera vez. Ese es uno de los motivos de que habiten en zonas abiertas, es un método defensivo. Impresiona verlas volar y, normalmente estos trayectos son cortos, las veremos posarse de nuevo unos cientos de metros más allá. 

En España se encuentra, aproximadamente, la mitad de la población mundial…(Continúa en el próximo número)

Miguel Ángel Granado

Sé el primero en comentar sobre "AVES DE LA SIERRA NORTE. LA AVUTARDA COMÚN (I)"

Dejar un comentario

Tu dirección email no será publicada.


*