LA ODISEA

Rosa Ortega Serrano

Se acaba el curso y los héroes vuelven a casa 

Ya pasó con los sanitarios. Cuando volvimos a los bares y a la libertad sin fisuras nos olvidamos de los médicos, enfermeras, celadoras; cuidadores y cuidadoras que por el mismo salario trabajaron tres veces más ¡Ahora les toca a los docentes! Poco a poco se va neutralizando el interés por los llamados trabajadores esenciales, que en esencia cobran poco y protestan mucho. 

Sanidad y educación, ambos terrenos específicos para el cuidado, situados fuera de la especulación dineraria. Escondidos en la parte necesaria de todas las conciencias, no rentables pero imprescindibles. Los médicos y los profesores pasaron de ser dioses no discutidos a ángeles caídos, denostados por sus altos jefes y por sus discípulos o pacientes. 

Necesitamos voluntad y tiempo para restaurar el honor de los maestros (recordemos: mejores facultades de magisterio, nuevo prestigio, fuerza moral para luchar contra los demagogos y los especuladores, leyes educativas no sujetas a la voluntad de los legisladores…etc)

Pero por fin se acaba este curso y ha quedado mucho (como siempre, más que siempre). Los maestros llegaron a la escuela sin saber, otra vez dudando, muertos de miedo. En el cole, un ejercito de directores y operarios esperaban con las mascarillas y los útiles de desinfección inmediata. Mucha cinta de colores indicando itinerarios. Las burbujas cerradas y sigilosas levitaban en las aulas. Los padres dudaban entre dejar a sus hijos, que era lo que más deseaban, o encerrarlos en una urna de cristal, libre de aerosoles contaminantes. 

 En estos meses los maestros han acompañado a sus alumnos, han colocado mascarillas, tomado temperatura, controlado la circulación sin contacto. Han desarrollado su tarea de mediación entre el saber y los niños, sin apenas roce, solo con la palabra. Los abrazos se han transformado en gestos, la aprobación en halagos verbales, las sonrisas en leves pestañeos.

Todo ha ido bien

DEBERÍA llover/ y hace falta ser lluvia, /caer en los tejados y en las calles, /caer hasta que el aire ponga/ojos de cocodrilo/mientras muerde la tierra igual que una manzana, /caer sobre la tinta del periódico/y caer sobre ti/que no llevas paraguas, /que te llamas María y Almudena,/que piensas como abril/en hojas limpias bajo el sol de mayo. A veces una piel/ pudiera ser la única razón del optimismo.

EL POEMA ES DE LUIS GARCÍA MONTERO y de él también el optimismo para iniciar el curso 2021/2022.

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