“Espacio para el arte” en Patones de Arriba: Interpretando a los grandes maestros

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Por Jesús Ruiz Fernández de (“Espacio para el Arte de Silvia Anel”)

Por segunda vez, los alumnos y profesores de pintura “Espacio para el Arte de Silvia Anel” de Torrelodones tenemos la oportunidad de exponer nuestras obras en este maravilloso espacio artístico que es Patones de Arriba. Y más su antigua iglesia, convertida hoy en oficina de turismo, con su hermosa sala de paredes de pizarra. También la iglesia de San José es de pizarra. Y Patones de Arriba todo un pueblo lleno de bella pizarra. Se dice que en este lugar es como si se hubiera detenido el tiempo, en el siglo XVI y también, que es uno de los mejores donde encontrar sosiego y placidez. Alabanzas que recuerdan las propiedades de la pintura y el arte en general.  Estará hasta el 10 de noviembre.

En esta ocasión interpretamos a los grandes maestros pertenecientes a las vanguardias: Dalí, Matisse, Picasso, Hopper, De Chirico, Miró, Monet, Toulouse Lautrec, Van Gogh, Freud, Magritte, Antonio López, Tapies, Gauguin, Hunterwasser. Son obras de arte dentro de otra obra de arte, como esas obras pictóricas en que aparece pintado el pintor. Un cuadro dentro de otro cuadro, “Espacio para el Arte” en el mejor espacio de arte.  

Efectivamente, en el taller se nos pasa el tiempo volando, es decir, no existe, y por otro lado, muchos sabemos de las peculiaridades terapéuticas de la pintura: concentración en un silencio que posibilita la posterior comunicación de ideas y sentimientos, conocimiento de si mismo, desarrollo de la empatía…

 

Patones de Arriba ha sabido resistir el empuje devastador de la arquitectura moderna. No es leyenda; ha habido un Rey de Patones que ha plantado cara a la monarquía oficinal, como reza el encabezamiento de la carta dirigida a Felipe II: “Del rey de los Patones, al rey de España”. Lo ha habido, y lo hay, más que por las noticias históricas por el hecho de que Patones de Arriba siga en pie, incólume a la construcción destructiva arquitectónica que tantos pueblos y ciudades ha arrasado, como Madrid o el propio Torrelodones. Como Patones de Arriba, el taller de pintura “Espacio para el Arte” vive ajeno al maremoto que últimamente está asolando al arte y la pintura en particular, convirtiéndola en un negocio millonario de soterrados cuadros que esperan, cual fiambres, en las cámaras acorazadas de los bancos, su resurrección en forma de provechosa inversión para sus propietarios. Como este humilde y maravilloso pueblecito de la Sierra de Madrid, en “Espacio para el Arte”, desde nuestra humildad, pintamos por `pintar. Y por eso se mantiene en pie, porque ha rehusado ir más allá. “Ya no hay pintura es negocio, mercado, mafia”, he oído decir recientemente a un frustrado pintor profesional. Pero es que este pensaba en la gran pintura, en la de los famosos, en la de los 80 millones en que se ha subastado hace poco la obra de David Hockney en Christie´s. Sin embargo, sí hay pintura. Y está en los modestos talleres, donde sencillos pintores se esfuerzan por transfigurar en colores sus ideas y emociones, su vida. Como Patones de Arriba, son lugares vivos, con encanto, ajenos al estrago del dinero y el mercado. Quizás su mayor mérito sea su autenticidad. 

Es proverbial la duración de la pizarra. No solo está considerada desde un punto de vista ecológico , el producto más sostenible para las cubiertas, sino que también se destaca por su permanencia inalterable al paso del tiempo. Nos atrevemos a decir que como el taller de pintura, que resiste inalterable a la vorágine del dinero, por el poder de permanencia que tiene el arte como necesidad humana. La pizarra se ha utilizado desde tiempos prehistóricos como medio de sanación, desde aquellos que embellecían sus hogares con frescos rupestres. Y es que proporciona calma, equilibrio y empatía. El calor que transmite la pizarra, el calor que transmite el “Espacio para el arte” que es Patones de Arriba. Aseveran los especialistas que el sentido del arte cavernario era la función mágica de asegurar la caza. Es decir, que nuestro ancestro troglodita creía que si pintaba el bisonte, el día siguiente lo cazaría por arte de magia. Pues permítannos tales eruditos dudar de tan retorcida interpretación. ¿Acaso el niño cuando dibuja un animal lo hace con el propósito de apropiárselo? ¿Es tan descabellado imaginar que nuestros prehistóricos coloreaban sus cuevas simplemente por pasarlo bien y decorarlas! ¡Siempre la utilidad, lo rentable! En la economía y la cultura. Si no sirve, no vale la pena. Pues bien, habla tu, pueblo serrano de Patones de Arriba. Habla tú de lo que es útil y no lo es. Tú que tan bien sabes que tu magia no es esa magia. 

 

Esperamos y deseamos que usted, visitante y espectador de esta exposición colectiva de pinturas de nuestro taller, disfrute contemplándolas antes o después de su paseo por Patones, y advierta en ellas alguno de esos poderes que decimos de la pizarra.

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