Sobre anexiones, despoblación, territorios hostiles y otras cuestiones publicadas en La Razón (el periódico) que mi razón no alcanzan a entender

Madarcos18

Fran Sueiro Moran
En los últimos meses, las administraciones públicas están prestando gran atención al problema de la despoblación que padecen los núcleos rurales de nuestro país. Problema que se arrastra desde los años sesenta y propiciado en gran medida desde la propia administración con políticas que favorecían la creación de grandes urbes necesitadas de mano de obra barata. La solución fue fácil: arrasar con el medio rural, menospreciar su cultura y dificultar las iniciativas de sus habitantes con normativas absurdas y alejadas de la realidad. Convertir a los pueblos en espacios anecdóticos e invisibles.
No es que en los últimos tiempos se haya reaccionado desde los alejados espacios que nos gobiernan. Pero han llegado directivas europeas cargadas de billetes. De ahí esta renovada preocupación y este concurso de ideas absurdas al que nos vemos abocados de un tiempo a esta parte.
Un buen ejemplo son los artículos de información y opinión que aparecen en la prensa nacional, repletos de estereotipos, datos sin contrastar y propuestas peregrinas. Por concretar más aún, quisiera hablaros de dos artículos aparecidos en La Razón y firmados por Ángel del Río, que no es precisamente un periodista en prácticas.
En el primero de ellos bajo el título «¿Y si nos anexionamos?.Algunos de los municipios más despoblados de la Comunidad barajan la posibilidad de fusionarse de cara a las próximas elecciones» realiza una serie de afirmaciones, cuanto menos curiosas.
1.- Afirma que «la Sierra Norte es un Territorio hostil para habitarlo». Obviamente, es una afirmación totalmente subjetiva. A muchos de nosotros nos parece hostil vivir entre millones de personas, sin vislumbrar cielos ni montañas, respirando humos y sumergido en un atasco. Cuestión de gustos supongo.
2.- Dice que nuestros pueblos están «al borde de la desaparición». Se basa en la pérdida de población de los últimos 40 años, que cifra en casi el 50%. Si bien los datos pueden ser ciertos, no parecen muy contextualizados. Pongo el ejemplo del municipio que habito de forma placentera junto a mi familia y que es uno de los que cita en su reportaje. Madarcos tenía en los años 70 un censo de 67 habitantes. A principios de siglo llegó a tener 27 habitantes censados – sin que a nadie pareciera preocuparle- y a partir de ahí remontó de nuevo hasta los 49 habitantes empadronados en la actualidad. No parece una curva demográfica que se incline al cero.
Por otra parte, la estadística en la que se basa el periodista, tampoco se compara con los valores nacionales que indican que el 25% de la población española viven en las ciudades de Madrid y Barcelona y que 36 de las 50 provincias pierden población de forma constante. Así que según la teoría del señor del Río, media España está abocada a la desaparición.
3.- En su artículo con tintes apocalípticos dice textualmente «Los «últimos de la sierra» son personas mayores, que se resisten a abandonar el lugar donde llevan viviendo toda la vida, aunque carezcan de los servicios y prestaciones más elementales en esos pueblos que parecen ser hijos del dios menor de la prosperidad. No tienen ambulatorios, ni farmacias, colegios, bares ni tiendas. El pan viene en furgoneta, así como los alimentos y las bebidas. El traslado al hospital más cercano requiere de un desplazamiento de al menos 70 kilómetros, y en invierno, alguno se queda aislado por la nieve..» También por confrontar datos, en Madarcos existe un 13,5% de población menor de 15 años frente al 15,4% de media en España; tampoco parece demasiado preocupante. Tenemos un centro de salud donde se pasan dos consultas semanales, además de un centro de urgencias y dos farmacias a menos de diez minutos. Mis hijo y mi hija disfrutan de una educación de calidad en un colegio público pionero en innovación educativa. En Madarcos hay 1 bar por cada 46 habitantes , porcentaje muy por encima de la zona más marchosa de la Capital. No vemos inconveniente ninguno en que nos traigan el pan, la fruta y la verdura, el pescado y la carne a casa. Consumimos productos próximos y de calidad. Y por último, podemos asegurar que el tráfico de Madrid cualquier día de lluvia se acerca más a la incomunicación que los días de nieve serranos. Obviamente hay muchas cosas que mejorar. Pero no ayuda nada presentarnos como una especie de tarados que se resisten a entrar en razón, abandonar el campo e irse a vivir al mismo lugar que las personas normales.
Tras este rosario de imprecisiones, datos sin contrastar y estereotipos varios, Ángel del Río aporta una posible solución: la anexión de municipios. Porque claro, si juntamos 5 municipios de 50 habitantes nos da un municipio de 250. Y se queda tan ancho. Pretende además, anexionar municipios que ni siquiera están limítrofes geográficamente.
Cualquier opinión es respetable pero en este caso el periodista le da a su opinión -pura y mera opinión- valor de hecho futuro. Cito textualmente «se baraja la posibilidad de que algunos de los municipios, sobre todo de la Sierra Norte, que están en riesgo de extinción por su avanzado estado de despoblación, puedan proponer un proyecto de fusión, lo que haría más fácil su supervivencia». Y yo me pregunto ¿Quién baraja esa posibilidad? Porque Ángel del Río no se molestó en hablar con ninguno de los ediles de los municipios que nombra, a pesar de que su artículo va acompañado de fotografías de dos alcaldesas (la de Robregordo y la de Madarcos) obtenidas previamente por el periódico para otro reportaje distinto.
Ante el malestar creado por el reportaje y la carta remitida por las alcaldesas al periódico, Angel del Río, lejos de rectificar responde en otro artículo, este sí de opinión sin más, titulado «Alcaldesas que no son anexionistas» con el siguiente argumento «Es cierto que las alcaldesas no son las promotoras de futuras anexiones, que incluso están en contra, pero por encima de ellas se toman decisiones de partido y de autoridades». Y se queda otra vez tan ancho.
Desconozco en qué ayudaría a cualquiera de estos municipios y a cualquiera de sus vecinos quedarse sin Ayuntamiento. A lo mejor supondría un ahorro en términos globales para el estado, pero desde luego no un apoyo a los pequeños pueblos que ya organizan sus servicios en mancomunidades. Algunos de nosotros contamos además con el privilegio de los Concejos Abiertos (un habitante, un voto) que fomentan la participación, la transparencia y la cercanía en la gestión municipal.
Así que si el Señor del Río cuenta con alguna información que desconocemos los habitantes de tan agrestes territorios ( A saber: 1.- Qué partidos o qué autoridades nos van a unificar y con quién. 2.- En que nos va a beneficiar dicha unificación. Rogaríamos nos lo contase. Ese sí sería un ejercicio interesante de periodismo.
Por otra parte, aquí a los de la boina se nos ocurren algunas cuestiones a mejorar, mientras que nos reunifican, o anexionan: los transportes públicos, especialmente entre los pueblos. Vivienda pública de alquiler controlado, lejos de los precios impuestos por la presión turística. Conexión a internet razonable. Inversión estable en los municipios, de acuerdo a un proyecto a largo plazo y no en base a subvenciones intermitentes y aleatorias, que permita además fijar puestos de trabajo. Apoyo a la pequeña ganadería y agricultura con necesidades específicas muy diferenciadas a las grandes explotaciones agropecuarias. Un poco de mimo y cariño para las pequeñas propuestas que más que empresariales son de subsistencia. Y un buen trato a los trabajadores de lo público que sustentan con su esfuerzo servicios fundamentales y que son trasladados cada año de colegio en colegio, de centro de salud a centro de salud; si los dejasen quietos, lo mismo hasta repoblaban…

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