Testigo de excepción

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Rafael De Frutos
Cuando se cumplen 105 años del segundo atentado que sufrió el Rey Alfonso XIII en Madrid, he recuperado una conversación, que mantuve en el año 1971, con un testigo presencial del mismo. Natural de Montejo de la Sierra, mi tío Juan Brun, sirvió en el Cuerpo de Alabarderos, encargados de la Escolta Real, y con 81 años me relató cómo vivió dicho atentado.

(Casa de Juan Brun, junto a la lumbre de la cocina, agosto de 1971, Montejo de la Sierra)

Rafa: Cuénteme usted lo que recuerda de aquel día.
Juan Brun: Cuando dispuso Alfonso XIII de que se iba a jurar la bandera el día 13 del mes de…, no me aseguro de qué mes fue…
Rafa: ¿Un mes después de entrar en quintas?
Juan Brun: No, ya estaba yo en la escolta. Pues resulta que pusieron unos anónimos por todas las esquinas de las calles y en todos los palos de la luz de los faroles diciendo que su Majestad, el Rey, sería asesinado el día de la jura de la bandera, y entonces, un ministro, que me parece que fue Romanones, le dijo que «mudar la jura», por si tenían la bomba preparada para el día tal y hora…
Rafa: Que no pudiera explotar aquel día.
Juan Brun: …y que explotara, que explotara aquel día sin estar de jura. Y el Rey dijo: «Que nada, que se juraba la bandera, saliera por donde saliera». Y fuimos a la jura.
Rafa: ¿Se acuerda usted dónde se juraba bandera?
Juan Brun: Sí, en la Castellana. Y no pasó nada, llegamos a la jura, se juró bandera y nosotros allí, acompañando al Rey, se subió a su tribuna y se juró bandera sin novedad. Pero cuando veníamos por la calle Alcalá, que yo venía a paso y medio, o lo más dos pasos de la cola del caballo del Rey le tiraron…
Rafa: ¿Pero el rey venía a caballo o en carroza?
Juan Brun: ¡A caballo!
Rafa: Luego ¿venía a jinete?
Juan Brun: Sí, sí, sí.
Rafa: Quiere decir que el Rey no iba en carroza ese día.
Juan Brun: ¡¡A Caballo!! Pues según íbamos así, a caballo, por la calle Alcalá, se metió un tío, al que no pudimos ver nadie, ni los de infantería, que había dos filas a cada lado de la calle vigilando que no pasará nadie, se metió un tío sin verle, ni los de infantería ni nosotros tampoco, cuando: ¡Pum! ¡Pum! ¡Pum!… ¡Tres tiros!
Rafa: Tres tiros de pistola, claro.
Juan Brun: ¡De pistola! …Agarró al caballo del Rey de las riendas con una mano y con la otra le tiró los tres tiros, y le entraron al caballo. No valió para tirar al Rey, ¿es comprendido? Le tiró, en vez de al Rey, al caballo. Y le pasó por el cerviz de la crin, por delante del burriel delantero de la montura, de aquel caballo, que se lo había regalado el Presidente de la República de Francia, que se llamaba Poincaré, y resulta que nos hicimos un pelotón todos al Rey y le pusimos blanca la guerrera del berbajo que llevaban, la espuma, que llevaban los caballos en la boca, y el tío andaba por debajo de los caballos y todos deseando de poderle pinchar con la espada, pero le pinchábamos en un hombro y huía el hombro, y entonces le pinchamos en una cadera y huía la cadera y entonces la pisaba un caballo en una mano y tenía que huir y así «tartaleando» y como pudo, se fue saliendo de entre los caballos y no lo pudimos matar, pero «atropó» por las dos filas de infantería y no le pudieron hacer nada tampoco, se salió, pero había un guardia de seguridad de fuera y le arreó un sablazo en la «metad» de los riñones y cayó al suelo. Entonces se pillaron al guardia en hombros los paisanos y al criminal le llevaron también a la puerta del palacio, así los llevaron a los dos hasta la puerta del palacio, pero antes de eso, cuando cogieron al criminal y al guardia, estábamos todos hechos un pelotón al rey, entonces vino el Comandante General de Alabarderos corriendo con el caballo, que iba el primero de todas las escoltas que íbamos, diciendo que: «qué pasaba» y entonces vio que estaba echando sangre el caballo, que se llamaba Alarún, pilló y mandó nos formáramos otra vez según estábamos formados de anterior y que rompiéramos al galope, a escape, para curar el caballo.
Y entonces el Rey dijo: — «¿Quién ha mandado eso?»
Y dijeron que el Comandante General de Alabarderos y de la Escolta Real.
Y entonces el Rey dijo: — «¿No hay un trompeta por ahí?»
Y le contestó un guardia de la Escolta Real: — «Sí Señor»
Y el Rey: —«Pues que venga acá, que quiero hablar con él»
Vino el trompeta,
y le dijo el Rey: —«Toca Al Paso».
Rafa: O sea, que el Rey no quería salir huyendo.
Juan Brun: Y el de la trompeta tocó «Al Paso». Entonces el Comandante General de Alabarderos volvió corriendo otra vez a decir:
—«Qué ¿quién había mandado tocar Al Paso?» porque él era único que mandaba en la caballería.
Y dijo el Rey: —«Yo, yo he mandado tocar Al Paso. ¡Al Paso!»
Y el Comandante: —«Que hay que ir ligeros a curarle a caballerizas, que está el caballo sangrando»
Y el Rey respondió: —«¡He dicho Al Paso!»

Y así llegamos al Palacio. Y allí le dan el parte el Comandante General y el Coronel de la Escolta Real diciendo que no había habido más novedad en el escuadrón de Escolta Real que «el criminal ese de los tres tiros.»

—«¿Qué hacemos de ese señor?» le preguntaron al Rey.
Y entonces dijo el Rey: —«Llevarlo a una clínica y curarle»
—«Y después de curado, ¿qué hacemos con él?»
—«¡Soltadle! ¡Qué vuelva a matarme cuando le dé la gana, que aquí estoy!».

Rafa: O sea, que era un tío valiente.
Juan Brun: ¡Qué sé yo si sería valiente!

Rafa: ¿Cuánto tiempo estuvo usted en la Escolta?
Juan Brun: Faltó medio año para 3, así que 2 años y medio. Y era de la quinta del 11.
Rafa: ¿Cuánto cobraba usted en la Escolta Real?
Juan Brun: 11 reales y medio diarios (2 pesetas y 87 céntimos). Y en el Regimiento de Caballería María Cristina de Aranjuez ¿sabes cuánto cobraba?
Rafa: ¿Cuánto?
Juan Brun: 1 peseta y cinco céntimos.
Rafa: Bueno, pues eso, 4 reales y un poquito.
Juan Brun: ¡A la semana!
Rafa: ¿A la semana? ¡Y lo otro era diario!

(Risas por parte de Juan Brun)

Rafa: Dentro de lo que era el servicio de escolta y al rey, ¿le veía usted con frecuencia al rey?
Juan Brun: ¡Arrea! Todas las veces que había escolta.
Rafa: Entonces ¿Tenía usted facilidad de verle?
Juan Brun: ¡Arrea! Y hablar con él.
Rafa: ¡Ah!, también ¿pudieron hablar con él algunas veces?
J. Brun: ¡Arrea! Todas las que quisimos.
Rafa: ¡Cuente! ¡Cuente!
Juan Brun: Eso ya es otra historia. (Risas)

Transcripción literal de la conversación.
Rafael De Frutos Brun.
Mayo 2018
Montejo de la Sierra.

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