VENTAS POR CATALOGO

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Chimo Marcos
Quizás no sea nuestro país el más herido por esta nueva moda que al mundo occidental no lo deja vivir en paz desde hace ya tiempo. Primero fueron (¡ y como no ¡) los EE.UU. los que tras inventarlo lo utilizaron de modo inclemente con sus ciudadanos. No en oposición – como podría haberse creído – a los grandes almacenes que al mismo tiempo tomaban forma y poco a poco fueron creciendo, sino precisamente para aumentar las ventas de estos, pues entonces sin duda y ahora, aunque con la venta directa algo menos, fueron los beneficiarios de aquellos catálogos que empujaban al cliente a ser de prospectivo a seguro una vez bombardeado su domicilio con el folleto correspondiente.
Ahora, leo ayer mismo, las ventas por Internet (la variante moderna del catálogo por correo de antes) han aumentado no recuerdo la cifra, pero más de 3 o 4 veces lo que se vendía solamente hace un año. Algo que no deja de sorprender, pues esa noticia se cruza con las más frecuentes de los timos, fraudes y otras gracias que se producen con las ventas por este último método. Y es que las pérdidas, aparentemente, que puedan suponerles a los vendedores, se ven ampliamente cubiertas por el aumento de los beneficios con tanta venta multiplicada.
Lo que parece debería animarnos a todos a comprar sin tino y luego tratar de no pagar, pero no entiendan esto como un consejo, aunque la situación parezca sugerirlo. Y digo que no lo sigan, pues aparte de la cuestión moral está que antes mejor que después los perjudicados encontrarán el camino para detener a los infractores. No sean ustedes los primeros en comprobarlo.
Creo que este éxito se explica mejor , aparte de que la gente es cada día más reacia a salir de casa para deambular por tiendas, ahorrándose colas, atascos, etc. porque al decidir sobre el catalogo no pagamos nada (todavía, claro) nos embalamos (lo mismo que dicen pasa o pasaba al inicio de utilizar la tarjeta de crédito) y vamos marcando, sobre papel u otros o en nuestras mentes, aquellos objetos de cualquier tipo que nos resultan atractivos y por lo tanto los deseamos si el precio a pagar no es enorme o claramente fuera de nuestras posibilidades. El paso siguiente es de calcular pero no mucho y en consecuencia llamamos o recurriendo al correo electrónico, al móvil, o al teléfono, pedimos formalmente lo que hemos escogido.
Este indiscutible éxito ha venido acompañado, como no podía ser de otra manera, por un aumento desusado de los transportes locales, es decir, dentro o en las cercanías de las principales urbes del país. Esto ha aumentado los problemas de tráfico, por si no estuviera ya suficientemente cargado, al cruzarse todos estos vehículos en su afán de una entregar todos aquellos pedidos que ahora no se hacen en la tienda, puntual y lo más rápidamente posible, ya que de otro modo no tendrían contratos
Posiblemente días después (al final siempre acabamos saliendo de casa para perder el tiempo de cualquier forma, pero sin duda por entretenimiento) vemos esos objetos expuestos en diferentes escaparates o en estanterías de los centros comerciales y pensamos: Bueno, yo ya lo tengo y además me lo han enviado a casa. Y no se nos ocurre mirar el precio, pues tendríamos un gran disgusto si por casualidad este fuese más bajo.
Yo aconsejo que limitemos al máximo las compras por catálogo y que solo utilicemos estos para hacernos una idea de dónde se encuentra y tener en cuenta, más o menos, qué precio tiene aquello que nos gusta. Pero nada como el contacto directo. Piensen que así, además, se conoce gente.

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