SEMANA SANTA 2018

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Rafael de Frutos – Semana Santa 2018
Un año más Montejo ha celebrado su Semana Santa con un ambiente diferente al de otros años, ya que un fenómeno meteorológico nos ha acompañado en las procesiones y ha querido, sin conseguirlo, privarnos de una tradición que lleva cientos de años sin interrumpirse: El agua.
Tuvimos que sacar las imágenes cubiertas con un plástico y desafiando al temporal, salimos a celebrar nuestras tradiciones sin que hubiera merma de personal, sin que se apagaron los faroles, ni se hicieran las procesiones con más rapidez.
Eso sí, proliferaron los paraguas y el calzado era apropiado para el momento. Una de las ermitas de Montejo, es la llamada de La Soledad que según Matías Fernández ya se nombra en 1.666 en las ordenanzas de la Cofradía de la Vera Cruz. Tenemos documentos en que María, esposa de Francisco Merino, en su testamento de 1701, manda que se le diga una misa en La Soledad.
En la ermita tenemos una imagen de la Dolorosa que tiene sobre sus rodillas un Cristo yacente, y que solamente sale de su ermita el Miércoles Santo por la noche (cuando va El Cristo Crucificado con el pueblo a buscarla); y vuelve el Viernes Santo por la noche a la misma en una procesión emocionante.
Los mayores del lugar nos dicen que no salió nunca de día, con la excepción de 2005, al haber una lluvia recia el miércoles y tuvo que salir el jueves por la mañana; pero no fue igual.
En las procesiones de miércoles y viernes, a Cristo siempre le llevan y le traen, por tradición, los mozos del pueblo, turnándose a lo largo del camino. Pero a la Virgen «de siempre» la llevan y la traen las mismas familias, tradición que van trasmitiendo de padres a hijos. Ellos son los Portadores de la Imagen, ¿por costumbre?, ¿por una promesa?, ¿por algún favor hecho a La Dolorosa? Nadie nos da una explicación certera.
La pequeña ermita se encuentra en el lugar denominado Calvario, a las afueras del pueblo a la que se llega por la calle llamada de La amargura. Dicha calle siempre estuvo mal saneada por lo que se formaban unos barrizales tremendos, según nos cuentan, que se alimentaban con el agua de la Fuente del Caño que atravesaba la calle.
Si a esto añadimos que en el curso del agua había una hondonada, en el tiempo propicio a las lluvias, «dicen» que en determinado año pensaron que no se podía traer al pueblo la imagen porque era imposible pasar aquel barrizal. También cuentan que una o dos familias que tenían personal joven acordaron que ellos traerían a la Virgen estuviera el camino bueno o malo. ¿Historia?, ¿tradición?, ¿ofrenda?, ¿agradecimiento?…
Algún abuelo me contó que el mayordomo de la Vera Cruz les obsequió con una arroba de vino…
La verdad es que estas familias lo siguen haciendo con una fe digna de todo elogio, según esta tradición.
El pueblo de Montejo tiene una gran devoción a esta imagen de La Soledad; es por ello, que nadie quiere perderse ese momento en el que, en la oscuridad de la noche de Viernes Santo, celebrando el Vía Crucis con sus faroles encendidos, se ve la silueta de Cristo Crucificado despidiéndose de la Virgen.
Así nos lo han contado, así lo hemos visto y así tenemos la oportunidad de vivirlo año tras año en el pueblo de Montejo de la Sierra.
P.D. Para los amantes de la historia y las fechas, indicar que en esta ermita de la Soledad fueron enterrados Águeda, Laureano y Juana (niños) y Juan González y Marta Fernández (adultos) en 1834.
También está enterrado en 1889 don Eulogio Montalbán, cura que fue de Montejo, natural de Torrelaguna.

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