LA CUESTION CATALANA

Chimo Marcos 

Creo que es lógico llamarlo CUESTION, pues no se me ocurre un nombre mejor para este proyecto de columna. Pues cuestión es, y gorda, la que estamos dejando armarse por la presión de los catalanes secesionistas contra toda España (y parte del extranjero, y no es un decir esto último, pues ya sabéis que quieren integrar en sus reivindicaciones al Rosellón y otros).  Y también a los países valencianos, mallorquines, etc. 

Todo esto que ahora nos ahoga y que nos parece insalvable  es culpa nuestra a partir de los padres de la constitución con lo que aceptaron e implantaron durante la transición. A partir de entonces, sin pausa y sin prisa, hasta hace poco, ahora ya es gran velocidad, nos está llevando a que seguramente más de dos millones de personas exijan la salida de España de sus vidas. Y lo ven factible y casi, casi inevitable, pues para evitarlo tendríamos que volver a otra quasí guerra civil y eso no lo queremos nadie excepto quizás algunos entre ellos.

Oyendo lo que el iluminado Puigdemont ha dicho en la reunión que ha mantenido en Bélgica, apoyado por el grupo de alcaldes aducidos por el mismo y sus coláteres, ante las autoridades de la EU, no puedo sino creer, ahora sí, ya, a pies juntillas que estos señores estás dispuestos a llegar a todo. Ese todo, para ellos es llegar a crear de verdad la República Independiente de Cataluña. 

Pero, ¿qué queremos hacer ahora? Cuando les hemos permitido que adoctrinen a nuestros hijos, vamos, a los suyos desde hace años; han creado ya una o más generaciones de catalanes, que se han creído lo de que son vilipendiados, robados y humillados por el resto de España, cuando si acaso habrían de creer lo contrario. El franquismo creó de un modo indirecto a estos separatistas de hoy: les hizo creer que eran los más creativos y listos y trabajadores porque por ejemplo en el resto de España no había ni una industria textil que pudiera hacerles sombra: Franco lo había prohibido, por lo tanto los andaluces, extremeños, murcianos, castellanos, manchegos, etc. cogieron el triste camino de la emigración para refugiarse en Cataluña. Sin esos exiliados interiores los 7,5 millones de habitantes que hoy conforman la población de Cataluña no pasarían de 5 millones y su aislamiento del resto de España sería quizás más pronunciado, como igualmente su PIB sería igualmente más reducido. Los independentistas presumen hasta donde les lleva su soberbia de autosuficiencia como ningún otro país y no dicen a nadie que su principal y mejor  cliente es España, que les compra el 25% de todo lo que venden, cifra que no alcanza ningún otro país, ni siquiera el total de la EU.

Eso mismo ocurrió durante esos mismos períodos con la industria del hierro el carbón y el acero: toda en Euskadi.  El resto de los españoles tenían que comprar a precios más altos lo que hubieran podido importar de Europa (pregunten a la industria pesada gallega) y mientras tanto los vascos crecían y presumían de su gran empuje industrial.  Luego vino ETA, pero eso es otra historia, y por fortuna superada o así parece. Lo que no se supera es el problema catalán, seguramente porque en general el llamado seny de ese pueblo les ha impedido llegar a la violencia máxima, aunque hubiera algunos años en que la Terra Lliure campó por breve tiempo y que fue apagada por los  mismos  catalanes, lo suficientemente inteligentes para evitar peores consecuencias. 

Ahora, hoy, nos vemos con unos políticos secesionistas que, ante la imposibilidad de avanzar en sus ambiciones, ni siquiera con toda la labor sembrada durante décadas, han llegado a la situación en que el propio Presidente del Govern y desde un escenario netamente europeo, se ha permitido instar – prácticamente exigir – a las autoridades de la EU con críticas y amenazas por su falta de comprensión con los sublevados y afearles el que apoyen a un gobierno perfectamente legal, que para defender su unidad les ha plantado la propia Constitución frente a sus narices. 

Incluso les han repetido lo que ya estaban hartos de oír9, tratando de explicarles lo lógico, que de cambiar ésta – lo que ha de hacerse en el Parlamento español y con todos los españoles dando su opinión en urnas- y solo entonces sería el momento de negociar un cambio en las leyes, que en cualquier caso dudo mucho que lograran modificar dicha Constitución para permitir su “derecho a decidir”, algo que ningún país europeo prevé en su constitución o costumbre/ley, para aquellos que no tienen una constitución escrita. 

Soy de los que se apuntan a lo de amigos para siempre.  Aunque no puedo dejar de dudarlo: son muchos años de mala siembra que no hemos sido capaces de superar con la verdad, lo que ha sido impedido por las políticas erróneas que buscando apaciguar han cedido donde nunca se debió ceder.

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