PUES SÍ…SOY DE PUEBLO

Luis Fco Duran
Vaya recuerdos. Qué tiempos aquellos, ni mejores ni peores…o quizás sí. Yo a pesar de este cuerpo que me adorna que aparento quince días o un cuarto de hora menos de los años que tengo, soy de esa generación que tuvimos que irnos del pueblo a buscarnos la vida…los nacidos en el cincuenta y ocho, que mira tú por donde tenemos cincuenta y ocho años, algunos se les ha pasado el plazo por adelantarse algún mes, se siente que hubieran nacido después como hice yo. Una vida que creíamos maravillosa en el pueblo ese grande que tiene Metro y bocadillos de calamares y, una cantidad de luces que te obnubilan la vista, sin dejarte ver lo que de verdad escondían esos brillos.
Muchos dejamos el olor a vacas, a hierba…a pueblo…año 1973. Nos fuimos para encontrar una vida que nos distanciara de nuestros ancestros, pero no por convicción propia, ni por propia iniciativa. Nuestros padres muy a su pesar, nos incitaron a salir a buscarnos un futuro que ellos no nos podían proporcionar…o simplemente no creían que le hubiera en el pueblo. No les fue fácil que nos fuéramos, como a nosotros separarnos de ellos…pero su intención era que no pasáramos las mismas calamidades que ellos…
La mayoría de nosotros antes de partir para el pueblo grande, ya nos habíamos chupado una niñez bastante cruda, esto no quiere decir que no fuéramos felices…la felicidad se obtiene, la mayoría de las veces de la ignorancia. Con esa edad aun no tienes percepción de lo que es pasarlas putas, que era lo que hacían nuestros padres para sacar adelante a la familia, la siembra, y el ganado y…encima permitirse el lujazo del día de la función echarse unas piezas en la plaza, sacando a pasear la gorra nueva el traje de la boda y los zapatos de los domingos y las mujeres antes habían preparado la ensaladilla rusa y unos boquerones en vinagre, con los rulos puestos, que se había puesto unas vecinas a otras, en el pueblo grande conocidos como vidigüdises…y pa después unas chuletas de oveja…FELICIDAD. Así con mayúsculas es lo que se sentía ese momento. En ese momento no había fatigas ni sufrimientos…ya estaba todo el año después para recordarlo.
Llegamos al pueblo grande y lo único que cambiaba del pueblo era el olor. Sí, no olía a moñiga, pero olía a mierda…que no es estiércol.
Con los años muchos hemos vuelto a intentar recuperar el olor a pueblo, pero ya no es lo mismo, ni huele a yerba, ni huele a moñigas, ni huele a pueblo, porque los pueblos paulatina y desgraciadamente van perdiendo su esencia, porque nosotros perdemos ese sentimiento y esa memoria. Nuestra memoria es nuestro tesoro, en ella están nuestros recuerdos…y ellos son nuestra vida. Una vida que creció en un pueblo.
Ojalá y me equivoque y todos queramos seguir siendo y sintiéndonos DE PUEBLO.

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