¿Cómo tratamos los arroyos, los barrancos…?

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Ardea Ecologistas en Acción Sierra de Ayllón
¿Cómo tratamos los arroyos, los barrancos, los espacios dónde se desarrolla la vida, la vegetación, los animales asociados, sean corrientes continuas o no?
En el sentir del propietario de tierras recalificadas para su urbanización es algo a transformar en solar, suelo, yermo, «limpio», ausente de vida y con muro de hormigón armado, mucha piedra y cemento, para allanar la parcela hasta el mismo cauce. Si éste linda con terreno común, para una mejor labor se excava, es de todos, pero sobre todo para mí que lo tengo enfrente y me puedo aprovechar de ello, también excava el lecho o cauce, dominio público hidráulico, con grandes maquinas para cimientos de hormigón armado, y obtener más terreno para edificar.
Esto tiene un nombre avaricia, antes decían que rompía el saco y puede suceder puesto que son obras contrarias a la Ley de Aguas que exige un permiso de la Confederación Hidrográfica del Tajo que haría innecesario el muro al exigir retranqueos de cinco metros al borde del cauce y supone una pérdida de terreno-parcela-dinero. También va en contra de la Ley del Suelo que exige licencia de obras para estas explanaciones y movimientos de tierra, a ver qué Ayuntamiento se pringa con una licencia…
Hablar e indicar que van por mal camino no sirve, el cinismo se apodera del propietario, del vecindario, quedando como un acto de prepotencia absoluto, a la luz del día y testigo fiel del abuso por décadas.
La sociedad no distingue lo que es verdad o no, siempre acomodada a buscar su verdad propia y exclusiva, a no corregirse, a seguir un mundo ficticio donde la mentira es el primer aliado para la supervivencia dentro de esta jaula social.

Pío, pío, pío, qué bonito el pajarito, la linda flor encantada
qué soberbio el de dos patas que siempre mete la pata.
Tus vecinos pobrecitos quedan en la misma jaula
no respetan a los árboles, a lo que queda de playa,
lo confundimos todo, perdidos en la maraña,
de TV, whast app, internet y la matraca.

Al son y ritmo de jota, seguidilla u otra especialidad inventada por el pueblo estos versos:
«Chicharrilla, chivilines,
ay qué seres tan afines,
qué discursos más formados
y que poco animados;
por justicia y rebeldía,
por respeto y bonhomía,
es mejor darle la espalda
a semejante algarabía;
si no quieres que te raye la avaricia en rebeldía,
coge los trastos y vete donde reine la anarquía;
ese orden autónomo que no necesita leyes
tiene en cuenta lo que existe, vive y huele;
el pendejo llega a viejo
pero no ha aprendido nada,
es rebaño esclavizado
por el bien urbanizado».

 

 

 

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