A PESAR DE TODO

 

 

 

Hola amigos y amigas! Voy a volver a las andadas, más bien a las andanadas educativas, a ese maravilloso mundo sin el cual este orden social que «tanto amamos», no tendría ningún sentido.
Soy optimista con respecto a este tema y vaya por delante mi admiración y cariño a todos los «educadores» que conozco y a los que añoro conocer (entendido el término como persona que ejerce la acción de educar). En el «artículo» anterior pretendía crear un espacio de reflexión educativa, hoy creo que me dejaré arrastrar por la actualidad.
El mundo de la información se ha volcado con José Antonio Marina y su propuesta de relacionar, evaluación de la práctica docente y retribución salarial. Cito textualmente: «Se tendría en cuenta el porfolio docente: su historial, en qué ha trabajado, dónde; qué proyectos ha puesto en marcha….en fin quién es. Por otra parte el progreso educativo de sus alumnos no las notas que sacan…….Otro factor es observar al profesor en el aula. Las clases deben ser públicas, y hay que ver cómo lo hacen los profesores para mejorar, aprender unos de otros….
También se mediría cómo se lleva el profesor con las familias……..cómo participa en la marcha del centro…..Por último habría un criterio que valoraría en conjunto la calidad del centro educativo……»(entrevista completa en el diario.es 7/11/2015).
Entiendo, que los maestros se pongan a temblar cuando oyen hablar de condicionar su salario a evaluaciones externas aún no especificadas. En los últimos años se han introducido en la escuela distintas pruebas de evaluación (CDI. LEA, estudio PISA) cuyos resultados, sin duda muy interesantes, no siempre han redundado en beneficio de la práctica educativa y si han permitido crear un «ranking» de centros, que lejos de incentivar el trabajo, en ocasiones ha supuesto un desprestigio añadido para la profesión.
Todo son dudas. Por un lado, desde mi punto de vista, es correcto que a mayor compromiso, formación y dedicación, aumente la retribución. Pero por otro, qué sistema es capaz de objetivar para evaluar una tarea y una profesión como la de maestro (profesor, facilitador, guía…). También me planteo que por qué empezar la casa por el tejado. Hay muchas cosas que ya se pueden cambiar e ir preparando el escenario para futuras evaluaciones (a veces parece que nos quieren distraer): aumentar el número de profesores y con ello disminuir las ratios; invertir en los centros, pero no cubriendo los expedientes con reformas obligatorias anuales sino modificando edificios, actualizando equipamientos y dedicando fondos suficientes; y por supuesto se puede reconvertir y actualizar la formación de nuestros maestros y modificar el acceso a la función pública.
Crear confianza, otorgar cultura, valorar la acción de educar…..¡se pueden hacer tantas cosas para ordenar este universo de la educación, a la vez que se elaboran y publican documentos sobre reformas futuras!.
En todo caso hay dos cosas que me gustan: Oír hablar de lo público y que los investigadores hagan propuestas sobre educación. ¡Abstenerse hombres y mujeres de la política!
A medida que he ido escribiendo me he dado cuenta, que desde el punto de vista educativo solo cabe el optimismo, porque la tarea del maestro siempre implica creer en la capacidad del ser humano para aprender. Por ello voy a pensar que va a haber un cambio político, y un progresivo cambio social y que la profesión de maestro va a ser de las más dignas, mejor retribuidas y nunca más bajo sospecha!.
Acabo con un poema: «Más me hielo si más ardo/Dijo a Eloísa Abelardo.(Tuvo la filosofía-cuando lo quiso tener-/más que de un querer saber-de un saber que no quería-:/ que es un sabor de poesía…..-¡Oh sabia sabiduría!/-¡Saborear el no ser!…). No sepamos tan deprisa,/dijo a Abelardo, Eloísa. (José Bergamín, «Saber y sabor de la poesía «).
Saludos
Rosa Ortega

 

 

 

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