Un rincón escondido junto al Cerro San Pedro

Rebuscando para encontrar la manera de subir al Cerro de San Pedro, en Guadalix de la Sierra y enemigos como somos de los caminos más cortos, nos hemos topado con un pequeño rincón que merece una mención especial. La subida a los cerros del Casarejo y de las Minas, por la vera del Arroyo de la cerca de la Sosa es espectacular. No tanto por el camino, que transcurre entre fincas privadas y valladas. Pero una vez arriba, una dehesa singular permitirá a los amantes de la diversidad botánica disfrutar de majuelos, robles albares y rebollos, coscojas, encinas y enebros en todas sus formas: arbustos árboles y rastreros. Además, brezos, cantuesos, piornos, genistas…

El camino

Aparcamos el coche en el kilómetro 11,5 de la M-625, que une Guadalix con Colmenar. Está señalizado como vía pecuaria y justo a la entrada hay sitio para dejar el coche. Nada más empezar el camino, a nuestra derecha, dejamos un antiguo horno centenario, que bien podría confundirse con un puente y que se encuentra dentro de un prado vallado.  Subiendo por el camino, al lado del Arroyo, nos lo encontramos a veces estancado y a veces desbordado, sin duda por las abundantes lluvias que esta primavera nos regala de improviso. Una vez pasada la yeguada de raza española, desde la que nos saludan infinidad de ladridos, comienzan los prados protegidos por cercas de piedra, tras las que pastan caballos y vacas.  Llegados al primer cerrillo, nos encontramos con la entrada a la dehesa. Nosotros optamos por rodearla primero, aprovechando un sendero que nos llevara a un antiguo casito de pastor, que se encuentra, a pesar del abandono, en buenas condiciones.  Desde lo alto, rodeados de un increíble paisaje, contemplamos la otra cara de la moneda. Manchas de hormigón esculpen a lo lejos el paso del hombre por la naturaleza. Por el puente faraónico, discurre el ave como si fuera un trenecillo de juguete sobre una maqueta. Y el cielo se ve surcado, con demasiada frecuencia, por aviones ruidosos y enormes helicópteros de la cercana base militar de Colmenar.  También se contemplan estampas hermosas. Las rocas peladas de La Pedriza, los valles especialmente verdes de la primavera y al fondo, el vigía más alto desde la cumbre de Peñalara.  A pesar de ello, este pequeño rincón mantiene su encanto escondido, ausenten a la presión que le rodea. Antes de bajar por la dehesa, si tienen ganas, pueden subir monte a través hasta el Cerro de San Pedro. No hay camino, pero tampoco pérdida, porque es el pico más alto que se divisa y está a unas tres horas sosegadas.

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