Publicado en el BOE “la incoación del expediente que permitirá declarar lugares de memoria democrática a los destacamentos del ferrocarril Madrid-Burgos»
El jueves 29 de mayo no fue un día más para familiares, asociaciones, representantes institucionales y curiosos que se concentraban en la sierra que fue testigo de las atrocidades franquistas. Ese día, y coincidiendo con el acto que homenajeaba a las víctimas, entraba por primera vez en el Boletín Oficial del Estado (BOE): “la incoación del expediente que permitirá declarar lugares de memoria democrática a los destacamentos del ferrocarril Madrid-Burgos». Este hecho se destacó en la marcha entre la antigua estación de tren de Lozoyuela y el destacamento penal ubicado en el lado sur del túnel que conecta con Garganta de los Montes.
También se puso en valor el trabajo de los grupos que trabajan en este campo como la Asociación de Los Barracones de Bustarviejo, la Asociación de Chozas de la Sierra de Soto del Real, Asociación Comisión de la Verdad S. S. de los Reyes.
En la marcha donde Sergio Riesco, profesor del IES La Cabrera y el historiador Fernando Colmenarejo fueron explicando detalles tanto de los destacamentos como de la vida de los presos y sus familias. Además llegando al destacamento hubo una recreación a cargo de Balbina Jiménez, una de las actrices que trabaja en la obra teatral Libertas.
«¡Guarden esa bandera, guarden esa bandera! Estoy buscando a mi marido. Miren, esta es mi niña: Lucía. La está criando mi madre porque yo estoy aquí cerca de mi Esteban, que si no se muere. Quiero encontrarlo, pero no me dejan verle; me dicen que no está, pero yo sé que sí, que se fue al Tajo y está en la enfermería. Aquí, con el calor y las flores, ustedes piensan que esto es un parque temático, pero no es así; aquí hay dolor, piedra, memoria y olvido sobre olvido. He venido hoy a contarles el campo republicano como la bandera que les he pedido esconder, miren, cuando éramos felices». El llanto de Balbina hacía aflorar la emoción de todos los presentes en el Destacamento penal filial de Garganta de los Montes, en Lozoyuela, situado en la sierra de Madrid.
«Recordar para no olvidar». Es uno de los puntos esenciales para Sergio Riesco, uno de los profesores que imparte Proyecto de Convivencia y Derechos Humanos en el IES La Cabrera, próximo a Lozoyuela. «Ahora es una optativa consolidada en el instituto, empezaron siendo 15 y en estos momentos es una elección habitual», explica admitiendo que se trata del único centro en la Comunidad de Madrid que imparte esta asignatura. “
«Este trayecto ferroviario se comenzó a construir en los años 20, antes de la República -en la que también se avanzó-, y se reprendió el trabajo tras la guerra con trabajo forzado, con mano de obra presa. Se hizo mediante un sistema llamado ‘Patronato de redención de penas por el trabajo'», desarrollaba Riesco ante los presentes, entre los que también se encontraban alumnos de cuarto de la ESO y primero de Bachillerato que venían con la lección aprendida gracias a la asignatura de memoria. «El franquismo dio una dimensión religiosa a todo el proceso y el patronato buscaba que los presos redimieran penas. Para la dictadura no sólo habían delinquido, también habían pecado. Entre 40.000 y 50.000 personas fueron forzadas a trabajar en los destacamentos de España», prosigue.
Fernando Colmenarejo explicó que las razones de la aceleración de la construcción de los destacamentos, fue para apoyar a la Alemania Nazi durante la guerra. Y no se electrifico para evitar que bombardeos dañarán la infraestructura eléctrica y parará los trenes.
“En 1943 estaban trabajando en Garganta de los Montes y unos meses después decidieron poner un destacamento en la boca sur del túnel de Mataaguila que se estaba construyendo, en abril de 1943. Hemos conocido hace poco las características de la construcción investigando en el Archivo General de la Administración
Ahora se entran por la zona de los retretes, 7 para 250 personas, En 1955 terminaron los destacamentos, y nunca se agradeció a los presos su trabajo. Son edificios hechos para 3 o 4 años, con una arquitectura lamentable, pensando en los rigores del clima tanto en invierno como en verano.
Decían que estaban en plena libertad, pero como sus familiares vivían en las cercanías, en chozas, sabían que si se escapaban perjudicaban a sus familias.
Entre los once destacamentos penales entre Chamartín y Lozoya; concretamente, en la construcción exterior de las vías del ferrocarril, albergaron a más de 6.000 presos que arrastraban a sus familias.
«En la prensa del régimen nunca se habló de los presos, nunca se les agradeció lo que hicieron y perdieron, excepto un desliz en la Memoria de la Dirección General de Prisiones donde dice que ‘si no hubiese sido por este sistema de presos políticos no se podría haber terminado esta obra faraónica'», relataba el profesor Fernando Colmenarejo asegurando que estos destacamentos penales comenzaron en 1941 y terminaron en 1955.
Apenas visibles, pero todavía quedan medio ocultos entre arbustos alguna de las chabolas que se construyeron para acoger al entorno de los presos. Eran estructuras de piedra de dos metros cuadrados que tenían un pequeño lugar para encender lumbre y un camastro de piedras donde echaban un jergón. Aquellas infraviviendas daban cobijo a mujeres y a un único hijo.
A los hijos se les permitía acceder a los destacamentos, pero a las mujeres no. «Esto no tiene la espectacularidad de los campos de concentración nazis, con el olor a madera quemada, pero conmueve muchísimo el pensar cómo acompañaban las familias y las condiciones. La historiografía más solvente ha demostrado en los últimos años que en España se pasó muchísima hambre entre 1939 y 1952 causado por el régimen de Franco», explicaba el profesor Sergio Riesco para poder entender la magnitud del lugar.
«Me gustaría decirle que lo encontré». Las lágrimas resistían en los ojos de Remedios Giménez al hablar de un querido familiar que estuvo en ese preciso destacamento en el que se produjo el acto el pasado jueves. «Mi abuelo estuvo preso aquí junto con mi abuela y mi padre —en mi caso se confirma aquello de padres e hijo único—». «Mi padre nació en 1936 y tuvo que abandonar el colegio de monjas situado en el Albaicín de Granada. Se llama Nicasio, al igual que mi abuelo que estuvo condenado a muerte, y siempre odió que le obligaran a salir de Andalucía. Nunca he sabido con exactitud cuánto estuvo aquí, pero sé que después le destinaron al destacamento de Chozas y finalmente a Asturias», explicaba.
Fue puesto en libertad en 1949 y, debido a las largas lesiones arrastradas por los trabajos forzados, murió en 1952 en Colmenar, donde se juntó con el resto de la familia. «Mi abuela nunca quiso hablar de ello. Era una señora cariñosísima, era puro amor y jamás habló de esto, pero me gusta pensar que mi abuelo, allá donde esté, sabe que encontré el lugar en el que estuvo y que conozco su historia», concluía emocionada Remedios.
En el interior de los muros del Destacamento, medio derruido, un atril sirvió para que no sólo los políticos hablarán, fue donde los alumnos del IES La Cabrera explicaron porque estudian esta asignatura y porque no se debe olvidar lo que ocurrió.
Belén, Alba, Zoe y Martina, de Cuarto de la ESO se sumaron al Proyecto de Convivencias y Derechos Humanos de Cuarto de la ESO del IES La Cabrera. “Nos ha ayudado a darnos cuenta de la importancia preservar la memoria para no volver a vivir situaciones de sufrimiento del pasado y también nos ha servido para poner en valor el sistema democrático, nuestros derechos y libertades que generaciones pasadas lucharon por conseguirlas” “Somos nosotros, los jóvenes, los que tenemos en nuestra mano la capacidad de cambiar el futuro, dignificar el pasado y trasmitirlo a nuevas generaciones».
Unai, Valentín y Ainara son algunos de los alumnos de Primero de Bachillerato del IES La Cabrera. “El hecho de conocer la historia no sólo desde un pupitre, sino conocer historias, anécdotas, las situaciones que vivieron, ir a los sitios. La importancia que tiene este lugar que sea considerado un espacio de Memoria: conocer hecho, situaciones, abusos y violaciones de derechos humanos nos convierte en personas consciente; no es lo mismo aprender desde un aula que desde los lugares donde se cometieron esas atrocidades; el hecho de recordar a las personas que lo sufrieron nos ayudará a no repetir esas situaciones.Este lugar es un granito más. Hacer justicia no es abrir heridas sino sanarlas”. Como dijo Marco Tulio Cicerón, ‘un pueblo que olvida su historia es un pueblo condenado a repetirlo'», aseguraban ante un público emocionado que aplaudía las palabras de la juventud.
El secretario de Estado de Memoria Democrática, Fernando Martínez, también tomó la palabra e informó de la elaboración de un inventario con las empresas públicas y privadas que se beneficiaron de los trabajos forzados durante la guerra civil y la dictadura franquista en la construcción de la línea de tren de Madrid a Burgos. Según explicó, la Secretaria de Estado lleva tiempo trabajando en este asunto, al que hace alusión la ley de memoria democrática, y ahora hay un grupo de especialistas encargado de definir los criterios sobre el trabajo forzado y de concretar el listado de empresas. El objetivo es hacerlo público al igual que hizo Alemania con las empresas que fueron beneficiarias de los trabajos forzados en los campos de concentración nazi, pero todavía no hay plazos previstos para ello.
En este caso, fueron 11 destacamentos que construyeron, con trabajos forzados y “rodeados de miseria, hambre y chinches”, las explanadas, túneles, viaductos, estaciones, apeaderos, muelles de mercancías y carreteras de enlace de esta vía, en virtud del sistema de Redención de Penas por el Trabajo del Patronato de la Merced.
Gran parte de estos trabajadores habían sido detenidos y sentenciados por consejos de guerra a penas de muerte por adhesión a la rebelión, conmutadas posteriormente a 30 años y 1 día de reclusión, o a penas menores si el delito era auxilio a la rebelión. Muchas mujeres, junto a sus hijos e hijas, se trasladaron hasta estos destacamentos para poder estar cerca de sus maridos, en un fenómeno de exilio interior que afectó a no pocas familias españolas
Tres músicos de la Joven Orquesta Sierra de Madrid dieron un contrapunto musical al acto.
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