La Comunidad de Madrid arranca la campaña de alto riesgo por incendios forestales en una situación preocupante. En plena ola de calor y con temperaturas extremas, el dispositivo contra incendios forestales no está al completo: solo el 50% de las brigadas helitransportadas están operativas, mientras que la otra mitad permanece inactiva por falta de condiciones en sus bases, lo que ha impedido su apertura, denuncian los bomberos forestales 

Esta situación deja sin cobertura aérea especializada a amplias zonas del territorio, precisamente en las áreas con mayor riesgo de incendio. 

Además, se ha detectado que varias brigadas terrestres están trabajando sin camiones que son vitales para un ataque efectivo cuya ausencia no tiene precedentes en campañas anteriores. 

Los helicópteros que sí están operativos presentan también graves deficiencias: no disponen de Emisoras TETRA impidiendo la comunicación parte de los intervinientes 

Todo esto ocurre en una comunidad con una superficie forestal que supera el 50% de su territorio, y que presenta un alto grado de riesgo debido a la presencia masiva de urbanizaciones en zonas de interfaz urbano-forestal, lo que incrementa notablemente la peligrosidad en caso de incendio y complica las labores de extinción. 

A esta situación operativa se suma un conflicto laboral crónico entre los bomberos forestales y la administración autonómica. El colectivo denuncia desde hace tiempo una elevada temporalidad en los contratos, condiciones laborales precarias y salarios que no se corresponden con el riesgo y la responsabilidad de su trabajo. 

Pese a las múltiples peticiones de diálogo, el Gobierno de la Comunidad de Madrid no se ha reunido con los representantes del personal forestal en más de seis Meses pese a las múltiples peticiones por parte de los sindicatos de los bomberos forestales que el pasado 25 de abril secundaron una huelga contra la empresa pública TRAGSA y la propia administración madrileña. 

Mientras tanto, la campaña de incendios arranca con un dispositivo incompleto y una plantilla en condiciones cada vez más precarias, en un contexto de emergencia climática que exige recursos adecuados, planificación y voluntad política.