PARECE MENTIRA

Este mes pensaba pedir (por favor) al chat GPT que me escriba un artículo sobre sí mismo (inteligencia artificial generativa) con un estilo similar al mío y que parezca que lo he hecho yo. Consultando a mi experto hijo e introduciéndome en las comisuras de la inteligencia artificial (en adelante IA), me he dado cuenta qué suponía mucho trabajo. Primero tendría que introducir (copiando y pegando o de viva voz) todos los artículos que he escrito para Senda Norte durante más de diez años, para obtener un texto casi seguro, gramaticalmente perfecto (mucho más que el mío), con un discurso bien hecho, tal vez con citas rebuscadas magistralmente en Internet, que me encantarían. El chat GPT podría hasta entrenar algún algoritmo con los gustos de ese señor de Buitrago que consigue este periódico en el supermercado y se va a leerlo al solecito de la plaza. De todas las maneras dudo mucho que la máquina sintiera en su cogote la brisa del Mondalindo como la siento yo cuando escribo esto. 

La IA es una rama de la ingeniería que pretende implementar inteligencia humana en máquinas. Se lleva utilizando hace décadas en el mundo del marketing y nos provoca esa sensación de control de nuestros gustos y necesidades. Los expertos nos dicen que no es inteligencia porque se basa en datos y los más expertos señalan que para ser inteligente la máquina debería tener consciencia y hasta un cuerpo que interaccione con el mundo. Mientras esto pasa los científicos más importantes de mundo siguen investigando y logrando que las máquinas aprendan sin parar y que los ciudadanos del mundo nos planteemos hacia donde nos lleva la IA ¿Para cuándo un código ético que corrija los sesgos que tienen los algoritmos? La inteligencia artificial debe basarse en principios y acuerdos. Pero esos “valores” dependen del país, gobernante, empresa, grupo humano o clan de malvados que introduzca los datos, que a su vez ordenaran entrenar el algoritmo que elabora esa información, que más tarde buscaremos como si fuera la verdad. Depende de todo esto que controlen nuestras vidas.

Pregunto al chat GPT sobre el posible peligro de sí mismo y me cuenta: “La IA no es mala ni buena por naturaleza, sino que depende de cómo la diseñemos, quién la controla y con qué fines se usa. La ética debe ir de la mano del desarrollo técnico, poniendo siempre en el centro al ser humano, su dignidad y sus derechos”. Ustedes dirán.

Los versos son del poeta BLAS DE OTERO (Bilbao 1916, Madrid 1979) del libro “Con la inmensa mayoría” 

FIDELIDAD

Creo en el hombre. He visto
espaldas astilladas a trallazos,
almas cegadas avanzando a brincos
(españas a caballo
del dolor y del hambre). Y he creído.

Creo en la paz. He visto
altas estrellas, llameantes ámbitos
amanecientes, incendiando ríos
hondos, caudal humano
hacia otra luz: he visto y he creído.

Creo en ti, patria. Digo
lo que he visto: relámpagos
de rabia, amor en frío, y un cuchillo
chillando, haciéndose pedazos
de pan: aunque hoy hay sólo sombra, he visto
y he creído.

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